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ALBORES del mundo venidero
 

Las Parábolas - ¿Otra Perspectiva?

 


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Cuando se trata de las parábolas que el Mesías utilizó durante su ministerio, con regularidad las miramos superficialmente, pues nos parecen como simple “prosa hebrea” o “cuentos infantiles”, que por su sencillez en el lenguaje, y debido a que ya se nos han explicado "a la saciedad", admitimos que entendemos su significado.

No obstante, es bueno tener en mente que LA VERDAD, EN SU ESENCIA ESPIRITUAL, está estrechamente relacionada con el constante devenir del cumplimiento profético. El Espíritu Santo inexorablemente ha ido guiando a los creyentes fieles, por toda la historia, hacia el tiempo del fin…tal como el Ángel le dice a Daniel: “He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo [los creyentes fieles; la Iglesia, el cuerpo de Cristo] en los postreros días; porque la visión es para esos días. ...Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin; ...ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán (Daniel 10:14; 12: 8-10, versión RVA 1960, otras según se indican). Las Escrituras nos enseñan que la profecía es señal para los creyentes (1 Corintios14:22), y muchas de ellas, como el Ángel le dice a Daniel, serán reveladas al fin de los días. De modo que si queremos entender el mensaje profético encerrado en las parábolas que el PROFETA POR EXCELENCIA, nuestro Señor Jesucristo habló, bien vale la pena revisar lo que hasta aquí hemos aceptado, tal vez sin considerar de que en efecto estamos viviendo en los días finales mencionados en tantas profecías bíblicas. Y en este espíritu es que publicamos el presente artículo, albergando la esperanza que el lector considere la apremiante actualidad del mensaje encerrado en estas simples alegorías para nosotros HOY, en los albores del siglo XXI.



TABLA DE CONTENIDO


 

LÁZARO Y EL HOMBRE RICO

PARÁBOLAS ACERCA DEL REINO

LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

LA PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA

LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA DE MOSTAZA

 

LA PARÁBOLA DE LA LEVADURA

LA PARÁBOLA DEL TESORO ESCONDIDO

LA PARÁBOLA DE LA PERLA DE GRAN PRECIO

LA PARÁBOLA DE LA RED

CONCLUSIÓN

 


 

EL VERDADERO PROPÓSITO DE LAS PARÁBOLAS

El uso de las parábolas era algo típico como herramienta didáctica y les resultaba muy familiar a los israelitas de todos los tiempos, así como a los judíos del primer siglo. Las personas que escuchaban tales analogías de parte de los Rabinos no las tomaban literalmente, de la manera que muchos lectores de la Biblia hoy normalmente hacen. La gente entendía la naturaleza simbólica de estos relatos. Como bien sabemos, el Mesías hablaba en parábolas regularmente, pero existe confusión acerca de por qué lo hacía. Se asume que la razón verdadera era para encubrir la verdad, no para revelarla. Sin embargo, notemos lo siguiente:

“Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo” (Mateo 13:34-35).

Este pasaje del Nuevo Testamento cita tan solo una parte de la antigua profecía que se requiere leamos en el capítulo 78 de los Salmos para entender el significado completo de lo que se está diciendo:

“(Masquil de Asaf) Escucha, oh pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. Abriré mi boca en parábolas; evocaré las cosas escondidas del pasado, las cuales hemos oído y entendido, porque nos las contaron nuestros padres. No las encubriremos a sus hijos. A la generación venidera contaremos las alabanzas de Jehovah, y de su poder y de las maravillas que hizo. El estableció su testimonio en Jacob y puso la ley en Israel. Mandó a nuestros padres que lo hicieran conocer a sus hijos, para que lo supiese la generación venidera y sus hijos que nacieran, para que los que surgiesen lo contaran a sus hijos, para que pusiesen en Dios su confianza y no se olvidaran de las obras de Dios, a fin de que guardasen sus mandamientos; para que no fuesen como sus padres: una generación porfiada y rebelde, una generación que no dispuso su corazón, ni su espíritu fue fiel para con Dios” (Salmos 78:1-8, RVA 1989).

El uso de parábolas es entonces para REVELAR la verdad, no para encubrirla. Pero, ¿no ha escuchado usted que el Mesías dijo justamente lo contrario? Sí, usted lo ha escuchado, y la razón proviene de un pasaje en el capítulo 13 de Mateo, el cual es necesario analizar.

El Divino Maestro estaba enseñando junto al mar de Galilea, y la muchedumbre era numerosa, de hecho, tan numerosa, que prefirió trasladarse de lugar, de estar sentado en la arena y subirse a bordo de un bote cercano. El Mesías comienza su discurso relatando la famosa parábola del sembrador. Cuando termina, los discípulos le preguntan, “¿Por qué les hablas por parábolas?” (Mateo 13:10).

Ahora bien, ¿por qué supone usted que los seguidores más cercanos de Cristo le hacen esa pregunta precisamente en esta coyuntura de su ministerio? Muchos de nosotros tenemos la impresión de que el Mesías habló en parábolas desde el principio, pero no fue así. Es más, si usted retrocede y lee los capítulos anteriores de Mateo encontrará que el relato del sembrador es la primera ocasión en la cual el Mesías habla en parábolas. De modo que hay una razón definitiva por la cual oportunamente Él decide comenzar esta práctica. Quizás podamos discernir la razón en la contestación que les da a sus discípulos:

“Él, respondiendo, les dijo: --Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no les es dado, pues a cualquiera que tiene, se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: “De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis, porque el corazón de este pueblo se ha entorpecido, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, ni oigan con los oídos, ni con el corazón entiendan, ni se conviertan y yo los sane” (Mateo 13:11-16 RVA 1995).

A simple vista, esta respuesta puede lucir contradictoria con el pasaje anterior que dice que el Mesías habló en parábolas para revelar lo que estaba oculto. Aquí Él parece decir que las parábolas en realidad esconden el significado de su enseñanza. ¿Cómo, pues, resolvemos esta aparente contradicción?

Primeramente, debemos notar con cuidado que su respuesta es que "se les ha dado a conocer a los discípulos los misterios del reino de los cielos, pero que a las multitudes no les es dado."

¿Quiere decir esto que a nadie en la audiencia ni siquiera se le iba a dar la oportunidad de entender las palabras de Cristo? Esto seguramente no es el caso. Es un hecho importante que sea en este preciso momento de su ministerio que Él comience a hablar en parábolas. Parece ser, por su respuesta, que el Mesías considera propicio hablar en parábolas porque la gente ha endurecido su corazón hacia su mensaje, circunstancia que les impide recibir el impacto completo y directo de sus palabras. Por esta razón Él prefiere hablarles en analogías, no para cegarlos, porque ya ellos mismos habían cerrado sus ojos y oídos, y no era realmente necesario esconderles la verdad adrede. Consecuentemente formula la verdad dentro de una parábola esperanzado en que quizás algunos considerarían su enseñanza.

El Señor expone los misterios a sus discípulos, pero a los que han endurecido su corazón, Él los quiere atraer pintándoles un cuadro que encierra, no una revelación “cortante” de cosas secretas, sino un cuadro en palabras simples que es fiel a enseñanzas profundas, pero les minimiza la percepción ofensiva que éstos puedan tener a causa de la dureza de las mismas. En otras palabras, Cristo opta por usar parábolas como otra manera más simple de atraer a los muchos corazones endurecidos, ello en armonía con lo que está escrito en Marcos 4:22: “Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz.”

El Salvador, entonces, encerró los misterios que pudieran causar afrenta y ofender por su franqueza, dado el endurecido corazón de la gente, y en su lugar les presenta un cuadro que invita y sugiere. En su entrañable amor por aquella humanidad espiritualmente endurecida, el Divino Maestro consideró que éste era un acercamiento bien positivo para presentarle eficazmente la verdad a las masas. La materia en discusión puede que no sea planteada directamente dentro de la parábola, pero siempre se encontrará implícita en la misma. Por lo tanto, si hay algunos que estén dispuestos a considerar lo que se significa, quizás serán animados a inquirir más allá. Y si lo hacen, entonces Cristo estará siempre listo para guiarlos hacia la esencia de la enseñanza encerrada en la alegoría.

El método amoroso del Misericordioso Padre Creador es "esconder" las verdades que puedan parecer ofensivas, pero sólo para finalmente revelarlas de una forma diáfana. Les propongo que esta no es tan solo la manera del Padre Eterno y Su Amado Hijo, el Mesías operar, sino que también debe ser nuestro propio enfoque para transmitirles la verdad a aquellos que tienen el corazón endurecido, y por ende no dados a entender y apreciar el impacto que indudablemente produce una presentación directa. Usted podría considerar este principio cuando estudie cualquiera de las otras parábolas bíblicas. En lugar de enfocarnos en la idea de que el propósito de las parábolas es encubrir la verdad, meditémoslo de la manera propuesta en este estudio. Con esto en mente, dirijamos nuestra atención a varias parábolas ofrecidas por el Mesías, de las cuales el significado puede que sea distinto al comúnmente aceptado.

 

LÁZARO Y EL HOMBRE RICO

Uno de los ejemplos de enseñanza más familiares por medio de parábolas en el Nuevo Testamento es el que trata de Lázaro y el hombre rico. Este relato es de ricura exquisita, particularmente en información pertinente para los creyentes que con especial dedicación se deleitan en un estudio profundo y sincero de las Escrituras. Lamentablemente es mejor conocida por muchos estudiantes de la Biblia como la parábola que prueba la popular concepción de un cielo sublime y un infierno eternamente ardiente. El pasaje está registrado en el capítulo 16 de Lucas. Leamos, comenzando en el versículo 19:

“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno” (Lucas 16:19-23).

En este relato se hace mención de tres personajes: Lázaro, el hombre rico, y el patriarca Abraham. Ahora bien, mantengamos en mente que esto es una parábola, y, por ende, cada elemento no necesariamente debe tomarse en forma literal, sino más bien figurativamente, lo que nos dará un entendimiento más profundo.

Esta parábola en particular es la única en los evangelios que menciona con nombre propio a algunos de los personajes envueltos. Lázaro es presentado en un rol de sirviente. Se dice que es un mendigo lleno de llagas, deseando ser alimentado aunque sea tan solo por las migajas que caen de la mesa del hombre rico, quien, muy apropiadamente está engalanado y, como dice la Escritura, actuaba suntuosamente haciendo cada día banquete con esplendidez. A su tiempo, Lázaro muere y es llevado por los ángeles a lo que es llamado el “seno de Abraham” (v. 22); en cambio el hombre rico, cuando muere, se encuentra en el "hades" (v. 23), y en tormento.

Para comenzar, tratemos el elemento más sencillo. El término griego hades, en el versículo 23, no se refiere a ningún lugar de fuego ardiente adonde supuestamente van los impíos, sino que simplemente se refiere a la tumba (sepulcro). De hecho, en este momento es apropiado señalar que este relato, a pesar de algunas de sus imágenes, no trata de lo que la mayoría de las personas piensan. No tiene nada que ver con ir al cielo o ir a sufrir en el infierno, conceptos que son completamente erróneos y sin fundamento bíblico. Muchos de nosotros ya no creemos que un Dios amoroso haya ordenado las cosas de tal manera que los injustos sufran tormento eterno en la Gehena (lago de fuego) ardiente a plena vista de los justos. Ciertamente, este relato no trata de tal espectáculo. En el cuadro que el Mesías nos pinta, el hombre rico está a plena vista de ambos, Abraham y Lázaro. Es más, él hasta puede hablar con el gran patriarca, Abraham. Notemos su conversación, comenzando en el versículo 24:

“Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.”

Notemos que el hombre rico sólo le habla a Abraham, no a Lázaro. Esto es algo bien simple, pero importante. También él solo pide una gota de agua, la cual de ninguna manera puede traerle algún tipo de alivio si él estuviese realmente quemándose vivo. Y en vez de suplicar que le pusiera la gota de agua en alguna parte de su cuerpo, el cual supuestamente se está achicharrando, él pide que se la pongan en la lengua. Se impone la pregunta, ¿qué exactamente se está quemando en este relato? Notemos la respuesta de Abraham:

“Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá” (Lucas 16:25-26).

El hombre rico, dándose cuenta de que hasta ahora sus opciones no son del todo efectivas, le ruega a Abraham que mande a Lázaro a casa de su padre donde residen sus cinco hermanos para que les testifique, no sea que a ellos les suceda en sus vidas igual que a él (vs. 27-28). Abraham le responde que ellos tienen a Moisés y a los profetas, a quienes deben escuchar (v. 29). El hombre rico grita en desesperación que sólo la predicación de uno resucitado de entre los muertos haría que sus parientes se arrepintieran (v. 30), a lo cual Abraham le responde diciéndole que si ellos no escuchan a Moisés y a los profetas, no serían persuadidos por uno que haya sido resucitado (v. 31). Y ahora a la explicación.

Primero que nada, se nos han dado nombres personales de dos de los personajes de la parábola -- Abraham y Lázaro. A Abraham conocemos, él es el gran patriarca, el padre de los fieles, el amigo de Dios. Pero, ¿quién es Lázaro? Ya que él conoce a Abraham, ¿será posible que Abraham también lo conociera a él? La respuesta parecería ser que sí. Podemos establecer esto cuando nos damos cuenta que la palabra Lázaro en griego es traducida en hebreo como Eliezer o su variante Eleazar. Este relato acerca de Eliezer (Eleazar) y el hombre rico está en el contexto del ministerio del Mesías en el primer siglo.

¿Quién es Eliezer, y qué importancia, si alguna, tiene él con respecto a Abraham? Eliezer o Lázaro es un sirviente. ¿Tenía Abraham un sirviente? Pues claro que sí, sabemos que tenía muchos, los más de ellos nacidos en su propia casa (Génesis 14:14). ¿Habrá alguna posibilidad de que Abraham pudo haber tenido un sirviente llamado Lázaro o Eliezer? ¡Esto es precisamente el caso, de acuerdo con Génesis 15!

Recordando que Jehová le había prometido: “haré de ti una gran nación” (Génesis 12:1-3), pero todavía no le había dado un hijo, Abraham le pide al Eterno lo siguiente:

“Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el MAYORDOMO de mi casa es ese DAMASCENO ELIEZER?...Mira que no me has dado prole, y he aquí que será MI HEREDERO un esclavo nacido en mi casa” (Génesis 15:2-3).

¡Qué interesante conexión! Aquí tenemos al patriarca Abraham, quien casualmente tiene un mayordomo llamado Eliezer o Lázaro. ¿Es esto una coincidencia? De ninguna manera, porque la parábola narrada por Cristo está centrada en estos dos personajes históricos, y un hombre rico sin nombre, cuya identidad también debemos discernir. Notemos que este Eliezer no es de linaje abrahámico sino sirio, de Damasco, gentil, pero quien en este momento es el único heredero de Abraham.

Por supuesto, sabemos cómo se desarrolla la historia. No estaba en los planes del Eterno Creador que Eliezer fuera el heredero del pacto abrahámico. De hecho, este privilegio ni siquiera iba a ser dado posteriormente a Ismael, el hijo mayor de Abraham, sino a Isaac, el hijo de la promesa, el hijo de la fe. Ocurrió que Abraham entendió que debía descalificar a Eliezer como heredero cuando le instruye en Génesis 24:2-4 que le buscara una esposa a su hijo Isaac de entre sus parientes. De la unión entre Isaac y Rebeca vendría Jacob y los hijos de Israel. Eliezer, entonces, queda fuera del proceso, y como resultado, es descrito en la parábola de Lucas 16 como un pobre mendigo lleno de llagas.

Hasta aquí tenemos a Abraham, ya bien conocido por nosotros como el padre de los fieles y con quien el gran pacto fue hecho y a quien le fueron hechas las promesas; y ahora a Eliezer/Lázaro, quien es tipo de los pueblos gentiles del mundo. Seguidamente, debemos conocer a quién representa el hombre rico en la parábola.

Hay unos cuantos factores determinantes. Notemos que el hombre rico parece conocer a Abraham. Esto es interesante. En efecto, va más allá, pues él lo llama PADRE (Lucas 16:24). En otras palabras, el hombre rico en cuestión, a diferencia de Eliezer/Lázaro, es de la familia de Abraham. Él es uno de esos que, durante su vida disfruta de las grandes bendiciones prometidas a Abraham, mientras que a Eliezer y sus descendientes les va muy mal. Es más, el hombre rico vive en el regazo del lujo, y la familia de Eliezer es forzada a sobrevivir de tan solo las migajas que caen de la mesa del hombre rico. En lo físico, el hombre rico lo tiene todo y es obvio que tiene a Eliezer/Lázaro en muy baja estima. De hecho, el sirviente está descrito en términos de rango como "perro hambriento", término que después fue usado por los judíos cuando se referían a los gentiles, lo que en realidad es una clave para entender a quién tipifica el hombre rico en esta parábola.

Para poder asegurar aún más claramente su identidad, veamos Lucas 16:27-28, que lee así:

“Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.”

El hombre rico tiene cinco hermanos. Esto es por demás interesante, más aún cuando leemos los dos siguientes pasajes en el libro de Génesis:

"Y dijo Lea: Dios me ha dado una buena dote; ahora morará conmigo mi marido porque le he dado seis hijos; y llamó su nombre Zabulón" (Génesis 30:20);

“…los hijos de Lea: Rubén el primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón” (Génesis 35:23).

Que el hombre rico tenga cinco hermanos nos indica que esta parábola tiene implicaciones para todo Israel, dado que específicamente el hombre rico es Judá, la tribu gobernante de Israel, la del linaje real, de quien se dice:

“Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos; los hijos de tu padre se inclinarán a ti... No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre tus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos... Sus ojos, rojos del vino, y sus dientes blancos de la leche” (Génesis 49:8,10, 12).

Que Judá es el hombre rico queda aún más confirmado cuando vemos que en la parábola se nos dice que él no era tan sólo rico, sino que además “vestía de púrpura y de lino fino” (Lucas 16:19). Y bien sabemos que púrpura es el color de la realeza, es decir, el cetro – reinado, y, el lino fino es típico de la vestimenta sacerdotal. Ambos elementos sólo se pueden encontrar en Judá, porque la casa gobernante de David surge de esta tribu y el sacerdocio tenía su sede en el reino de Judá, donde estuvo preservado hasta la destrucción del templo en el año 70 d.C.

Y finalmente, otro punto de evidencia: también se nos dice que el hombre rico de la parábola tiene a “Moisés y a los profetas” (Lucas 16:29), lo cual nos recuerda las palabras del apóstol Pablo en Romanos 3:1-2:

“¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.”

Así que ahora conocemos a los personajes principales -- Abraham, padre de los fieles; Eliezer/Lázaro, símbolo de los gentiles; y Judá poseedor del reinado y sacerdocio de Israel. Pero todavía hay otro aspecto de la parábola que necesita explicación, y ese es el hecho de que entre Eliezer/Lázaro y el hombre rico existe una gran sima o abismo, que no permite que nadie cruce de un lado para el otro.

De acuerdo con el fallecido Dr. Ernest Martin, cuya perspicacia me ha sido de mucho provecho en este estudio, “una gran sima o abismo”, es representativo de una formación geográfica en el área de la Palestina, llamada el Valle de la Gran Depresión, a través de la cual fluye el río Jordán. Y tal argumento encaja perfectamente dentro de la analogía de Lucas 16. ¿Por qué? Porque el río Jordán es la frontera definitiva que los israelitas debían cruzar para entrar en la tierra prometida. Hacia el oriente del Jordán se encuentra el área de los gentiles. Esta distinción relaciona, no tan solo el aspecto físico de los israelitas, sino que también el espiritual, pues como leemos en Hebreos 3-4, entrar en el reposo espiritual de Dios está tipificado en la entrada de los israelitas a la tierra de Canaán, un hecho que solo se puede lograr mediante la ayuda del Dios Todopoderoso – Él nos tiene que llevar hasta el otro lado, física y espiritualmente.

El Jordán es más que un río cualquiera. Su nombre significa el que desciende, que baja, y siempre ha estado asociado con muerte. De cierta manera cruzar el Jordán es equivalente a pasar de muerte a vida. Lo más seguro es que esta era la razón de porqué Juan el Bautista bautizaba a la gente en el río Jordán y porqué nuestro Salvador accedió a ser bautizado en este cuerpo de agua. Este era, aún en su época, un antiguo símbolo de muerte, tal como las Escrituras nos revelan el significado tipológico del bautismo -- “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4). Cuando se les permitió a los israelitas cruzar finalmente el Jordán, entraron en la tierra prometida. Atravesar este río era, en efecto, un tipo de traslado de la "muerte" (desierto) a la "vida" de su nuevo hogar.

Lo que tenemos en la parábola de Lucas 16 es una situación bien interesante en donde durante su vida física, Eliezer/Lázaro (gentiles) está, figurativamente hablando, al oriente del hombre rico (Judá/Israel) -- el lugar que siempre ha sido asociado con estar lejos de la presencia del Eterno Dios. Por esto el antiguo tabernáculo y luego el Templo fueron orientados de tal manera que se entraba del lado oriental, hacia el lugar Santo y el lugar Santísimo al occidente. De hecho, todos los lugares de adoración verdadera fueron orientados de esta misma manera, ya sea el Huerto del Edén original, o Bet-el, o Silo, o el Monte del Templo de Jerusalén. Hacia el oriente está el desierto. En el principio esto correspondería a la tierra de Nod, el área adonde Caín fue desterrado. En tiempos postreros, representaría a la antigua Babilonia, la adoración al sol naciente, el lugar desolado al cual mandaban a Azazel, o sea, adonde el chivo expiatorio era llevado durante la ceremonia del Día de Expiación. También era el lugar descrito en el Antiguo Testamento adonde aquellos que se encontraban inmundos ceremonial o físicamente eran ordenados a permanecer por un tiempo específico para su purificación. Era, además, la localización del Altar del Juicio (Altar de Miphkad) en el Monte de los Olivos, adonde los cuerpos de los animales sacrificados en el Templo eran llevados para ser quemados, y el lugar en donde se llevaba a cabo el sacrificio de la vaca alazana. Este lugar en particular, al oriente de Jerusalén y del Monte del Templo, era también el área en donde se encontraba el huerto o jardín de Getsemaní, en donde el Mesías “sudó como grandes gotas de sangre” (Lucas 2:44), y, de acuerdo con Hebreos 13:10-13, el preciso lugar en donde nuestro Salvador fue crucificado, haciendo expiación por todos.

El río Jordán o el Valle de la Gran Depresión en la Tierra Santa, era la línea definitiva de demarcación, tanto en términos geográficos como en simbolismo espiritual. Aquí es donde típicamente habitó Eliezer/Lázaro, mientras el hombre rico (Judá, como tipo de Israel) vivió cómodamente bien en el lado occidental del Jordán. Pero en la parábola, al fin de sus respectivas vidas, los papeles se invierten, y es el hombre rico quien se encuentra al otro lado de la gran sima, mientras Eliezer/Lázaro se ve ahora al occidente del Jordán en la verdadera tierra prometida del reino, simbólicamente representada por el “seno de Abraham”.

Otro aspecto interesante de esta historia es el contexto general de Lucas 16, el cual trata de la MAYORDOMÍA -- la responsabilidad de administrar los bienes del amo o patrón de acuerdo a los deseos de éste. Y no es pura coincidencia que el Eliezer o Lázaro original era el mayordomo de Abraham (Génesis 15:2) ¡encajando así perfectamente!

El significado de esta parábola, como en realidad debemos entender, prácticamente nada tiene que ver con ir al cielo o quemarse en el infierno, sino que enseña que los gentiles quienes, de alguna manera, por cierto tiempo, son físicamente descalificados de heredar las bendiciones dadas a Abraham y quienes son descritos como estando al lado oriental del valle del río Jordán que separa a Israel del resto del mundo, pueden, a través del Mesías y siendo fieles mayordomos como Eliezer, cruzar hasta el ámbito espiritual de Abraham. Además, también nos habla acerca de los judíos quienes por muchos siglos han disfrutado las bendiciones físicas dadas a Abraham, pero quienes rechazan la bendición suprema dada al patriarca, ¡EL MESÍAS MISMO! Por esta razón es que Cristo tiene a Abraham diciéndole al hombre rico cuando éste le ruega que mande a Eliezer/Lázaro a testificarle a sus hermanos: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, aunque ALGUNO SE LEVANTARE DE LOS MUERTOS”.

A pesar de que Eliezer es el individuo por quien el hombre rico ruega que sea enviado a sus parientes, a quien Abraham se está refiriendo finalmente, en el sentido espiritual, ¡no es a ningún otro más que al Mesías mismo!

En el análisis final el apóstol Pablo nos asegura que a pesar de lo que haya pasado o lo que pudiese pasar, es la voluntad del amoroso y misericordioso Padre Celestial eventualmente mostrar misericordia hacia todos. Él advierte tanto a los judíos como a los gentiles de ser cuidadosos en cómo se ven los unos a los otros. Aquí hay algunos detalles que deberían ser bastante instructivos para nosotros:

“¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron ENDURECIDOS [cegados]; como está escrito: Dios les dio espíritu de ESTUPOR [somnolencia], ojos con que no vean, y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy... Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarlos a celos. Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su PLENA RESTAURACIÓN? Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio... Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. ...Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. Y aún ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. ...Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego TODO ISRAEL SERÁ SALVO... Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:7-8, 11-13, 17-18, 21-23, 25-26, 32-33.)

Recordemos que el hombre rico le pide a Abraham que mande al gentil Eliezer para que le proporcione de algún alivio. ¿Por qué se dignaría a hacer tal petición? Por dos razones: 1) El punto de la parábola es, con respecto a las personas envueltas, representar a Israel en general como las ramas naturales que han sido desgajadas por su endurecimiento e incredulidad y por ende, el hombre rico no tiene otra alternativa sino humillarse y estar dispuesto a hacer su petición a un gentil; y, 2) Como Pablo dice en Romanos 11:31: “...así también éstos [israelitas] ahora han sido desobedientes, para que, por la misericordia concedida a vosotros [gentiles], ellos también alcancen misericordia.” En otras palabras, finalmente las balanzas se equilibran, en donde todos pueden ser parte del TODO del Omnipotente y Misericordioso Dios, “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).

 

PARÁBOLAS ACERCA DEL REINO

Ya que estamos mirando estos antiguos relatos desde una nueva perspectiva, el capítulo 13 de Mateo nos presenta un reto en este sentido. Es, sin duda alguna, único dentro de las Escrituras, pues trata enteramente de un discurso del Mesías que abarca siete parábolas en donde cada una, de manera especial, tiene que ver con la misma idea fundamental: EL REINO DE LOS CIELOS. Primero detengámonos por un momento y meditemos en el significado de esta frase. Cuando oímos o leemos “el reino de los cielos”, ¿qué concepto nos viene a la mente? Para la mayoría de las personas la imagen inmediata sería, la visión de un futuro eterno pletórico de paz y seguridad. Después de todo el Mesías habló mucho acerca del reino como algo que no ocurriría inmediatamente sino que vendría a ser una realidad literal a la conclusión de la era presente. En ese sentido, sería algo que Él atendería a su segunda venida. Así que, pensar en esos términos no es necesariamente incorrecto. Sin embargo, cabe el interrogante de si es exclusivamente acerca de esa futura utopía lo que en realidad se discute en estas parábolas acerca del reino.

Cuando leemos la frase, “el reino de los cielos es semejante a”, automáticamente asumimos que es en referencia al VENIDERO gobierno de Dios en la tierra. El pensar así equivale a simplificar y/o limitar la realidad total de lo que ello encierra, pues como lo revelan las parábolas en Mateo 13, el reino a veces puede significar algo mucho más abarcador. Por ejemplo, estamos familiarizados con la siguiente frase dicha a los fariseos:

“Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el REINO DE DIOS” (Mateo 12:28).

Y cuando Jesús envió a los setenta discípulos a curar a los enfermos y a predicar el Evangelio, les dijo:

“En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios” (Lucas 10:8-10).

Y en Lucas 17:20-21, leemos: “Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el REINO DE DIOS ESTÁ ENTRE VOSOTROS.”

En todas estas ocasiones, el Mesías está hablando acerca del reino, pero no está hablando específicamente acerca del concepto de un estado estrictamente futuro. En ocasiones, Él se refiere a la cercanía del reino como si fuera equivalente a su presencia literal en la tierra en ese y/o en cualquier momento.

Además, el apóstol Pablo a veces se refirió al reino usando el tiempo presente. Esto está comprobado en su epístola a los Colosenses, en donde leemos:

“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir a Dios que seáis llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y entendimiento espiritual, ...con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y TRASLADADO AL REINO de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1:9, 12-14).

Con estos datos en mente, echemos un vistazo a las parábolas en el capítulo 13 de Mateo.

 

LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

Este es uno de los relatos más popularmente conocidos. De hecho, la mayoría de los lectores de las Escrituras se conocen esta parábola casi palabra por palabra. Sólo para el récord, aquí está el relato:

“Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves, y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto: cuál a ciento, y cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13:3-9).

De inmediato se hace obvio que nadie entendió realmente lo que el Mesías estaba diciendo. A diferencia de la multitud, los discípulos sí querían saber más. Lo que el Divino Maestro habló les despertó la curiosidad y ellos presionaron y le preguntaron más. Nadie debe conformarse con menos de la plenitud de lo que Dios nos quiere dar. Quienes piden, recibirán. A quienes tocan a la puerta, se les abrirá.

Este concepto nos recuerda la ocasión cuando el rey Joás visitó a Eliseo, quien estaba gravemente enfermo, en cama de muerte. Mientras el rey se lamentaba sobre la condición del profeta, repentinamente Eliseo le dice que tire una saeta por la ventana. El rey la tira, y el profeta exclama:

“Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec, hasta consumirlos” (2 Reyes 13:17).

Luego Eliseo le dice a Joás, “Toma las saetas... Golpea la tierra” (v. 18), y el rey lo hace tres veces. Eliseo, un tanto disgustado con el rey, le dice: “Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria” (v. 19).

Este relato realmente nos dice mucho. Era la voluntad del Eterno Dios darle a Joás completa victoria sobre los sirios. De hecho, Eliseo, profeta entendido y conocedor de su Dios, ya le había comunicado al rey la voluntad del Creador Supremo, lo que él consideraba era una orden, y por eso esperaba que el rey demostrara su fe y tomase ventaja de tal favor divino. En relación a la fe, siempre tenemos que recordar lo que Hebreos 11:6 nos enseña, lo cual es no una, sino dos grandes realidades:

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios CREA QUE LE HAY, y que ES GALARDONADOR de los que LE BUSCAN.”

Si con firme determinación, con corazón contrito y humillado decidimos buscar diligentemente al Todopoderoso, su reino, y su justicia, ¿qué suponen sucederá? ¿Cómo puede Él negarnos? ¡Es imposible! ¡Tal esfuerzo SIEMPRE resultará en triunfo, en éxito rotundo! Esto es exactamente lo que Dios espera de nosotros, tal como leemos en Salmos 51:17: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” Y en Isaías 66:2: “…miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.”

Ya que Cristo nos enseña claramente el preciso significado de esta primera parábola, no es necesario revisar los detalles de la misma. Pueden leerlos ustedes mismos. En cambio, existe un interrogante muy pertinente que debería hacerse -- ¿de qué manera la parábola del sembrador nos revela información relativa al venidero reino de los cielos?

Notemos, con mente analítica, que la explicación que el Mesías nos brinda tiene que ver con eventos que preceden al establecimiento literal del REINO DE DIOS SOBRE LA TIERRA. Es un relato acerca de la diseminación de la verdad a través de toda la tierra durante el tiempo entre su primera y su segunda venidas.

En el sentido completo, el sembrador es el Mesías mismo. Sin embargo, sus palabras también aplican a los que siguen sus pasos como verdaderos discípulos. Recordemos que “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser COMO SU MAESTRO, y al siervo COMO SU SEÑOR” (Mateo 10:24-25).

Esta primera parábola de Mateo 13 nos explica entonces que el sembrador puede razonablemente anticipar qué pasará con la predicación de la Palabra. En la mayoría de los casos, caerá en oídos sordos o en corazones que no están preparados para escucharla, recibirla, caminar de acuerdo a ella, y PRODUCIR FRUTO, o más claramente, parodiando al insigne poeta español, Antonio Machado, HACER CAMINO AL ANDAR. Esta información pasa por inadvertida a aquellos que contienden que, a través del esfuerzo de diseminar el Evangelio y con el incremento en creyentes, el mundo irá mejorando. De hecho, todo lo contrario es profetizado en las Escrituras.

La parábola del sembrador predice que aquellos que riegan la semilla no tendrán mucho éxito en esta era. Tres de cuatro tipos de tierra en donde cae la semilla, son, de una manera u otra, ambientes no aptos para el crecimiento espiritual. Esta enseñanza va perfectamente con los otros pasajes de las Escrituras que revelan el constante y certero deterioro de la condición humana y su sociedad en general.

La mayoría de nosotros estamos bastante familiarizados con ciertos pasajes bíblicos como los siguientes:

“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres... amadores de los deleites más que de Dios; que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3:1-5).

“Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución; mas los malos hombres y los ENGAÑADORES irán de MAL EN PEOR, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:12-13).

“Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. Os expulsarán de las sinagogas; y aún viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios” (Juan 16:1-2).

Podría citar otras escrituras y todas claramente dicen que el periodo de tiempo entre las dos venidas del Mesías será cada vez más difícil, engañoso, siniestro y peligroso. El mundo no se convertirá en uno mejor para vivir, y definitivamente sólo el necio más ciego negaría que estas mismas circunstancias hayan estado y están en cumplimiento constante, al pie de la letra.

Además del obvio déficit de buen suelo fértil capaz de producir fruto, el Mesías hace una interesante afirmación sobre la buena tierra, diciendo que la semilla “...dio fruto: cuál a ciento, y cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno” (Mateo 13:8).

¿Qué tal si el amenguamiento en la siega debe verse desde una perspectiva cronológica? De ser así, el ciento por uno puede aplicar al esfuerzo inicial de la predicación del Evangelio, con el sesenta, y treinta por uno, a tiempos subsiguientes. Hay, claro está, otras maneras de ver el versículo 8. Las diferentes clasificaciones de suelos pueden ser reducidas a las siguientes simples categorías, cada una indicando una condición del corazón (la mente):

"Junto al camino" - corazón insensible

"El pedregal" - corazón superficial

"Los espinos" - corazón poco entusiasta

"La buena tierra" - corazón íntegro, incondicional

Notemos que el Mesías aclara cuáles son los obstáculos que entorpecen el entendimiento y la aceptación de la pura verdad del Evangelio -- 1) la dureza del corazón carnal (una mente obtusa para las cosas espirituales); 2) La superficialidad de la carne; y, 3) las atracciones y distracciones del mundo presente.

Estas circunstancias constituyen los tres grandes enemigos de la verdad - 1) El diablo, Satanás y sus ministros; 2) la carnalidad humana (concupiscencia, apetito sensual); y, 3) el mundo y su sistema de valores tergiversado.

Acerca de la buena tierra, el relato en el evangelio de Lucas debe ser tomado en consideración, porque nos dice cuáles son las condiciones fundamentales para la producción de buen fruto. Leemos en Lucas 8:15:

“Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con CORAZÓN BUENO Y RECTO RETIENEN la palabra oída, y dan fruto con PERSEVERANCIA.”

He aquí los requerimientos para ser un fructífero oidor de la Palabra: 1) Recibirla con una mente objetiva y entendida (un corazón dócil); 2) Obedecerla incondicionalmente, es decir, ponerla en práctica en nuestras acciones; y, 3) Perseverar hasta el fin.

 

LA PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA

“El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero” (Mateo 13:24-30).

Esta parábola, como la primera, también describe las condiciones durante el tiempo de la predicación del Evangelio, pero además es bastante diferente. La primera describe la buena obra de Jesús y aquellos fieles discípulos quienes han escogido seguirle los pasos a través de los siglos. La segunda, sin embargo, describe primordialmente el trabajo del enemigo. Ya que el número dos es el primer número que puede ser dividido, a menudo significa división mal intencionada.

También se confirma en esta parábola la situación durante la era de la Iglesia. Las circunstancias no sólo no mejorarían, sino que irían de mal en peor. A pesar de todos los esfuerzos sinceros que se hagan para propagar la verdad, el adversario exitosamente sembrará su propia semilla en el mismo huerto que Cristo y sus discípulos laborarían. Tal falaz actividad es de ser anticipada por aquellos que hablan la Palabra. El Eterno apoyará su trabajo, pero también permitirá que Satanás siembre liberalmente su mensaje distorsionado por todo el mundo, creando confusión. Esto exige que los verdaderos creyentes sepan discernir el buen fruto del malo. Algunos se han referido a esto como convertirse en "inspectores de frutos", recordándonos lo dicho por nuestro Señor en Mateo 7:15-23:

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”

Esta es una escritura de significado profundo, significado que muchos preferirían tocar superficialmente, o ignorarlo del todo. Es uno de los pronunciamientos de más fortaleza jamás enunciados, y encaja perfectamente con esta parábola. Tendemos a pensar en la cizaña meramente como hierba mala, esos retoñitos molestosos que son la cruz para la mayoría de los agricultores y jardineros. En cambio, el asunto es que las hierbas malas son fáciles de detectar, y deberían ser arrancadas durante la temporada de cultivo y crecimiento. La cizaña es otra cosa.

La palabra cizaña viene del término griego zizanion, y su significado no es realmente equivalente a la típica hierba silvestre. Zizanion es un tipo de espiga que crece especialmente en los campos de granos, y se asemeja al trigo en apariencia. Las semillas son venenosas para los humanos y para todos los animales herbívoros, causando náusea, mareos, convulsiones, y hasta la muerte. La costumbre en el Oriente Medio siempre ha sido, como la parábola dice, dejarlas crecer hasta la siega, cuando son removidas y destruidas.

Por ende, la cizaña no es solamente una plaga, sino que también es un grano falso, como comúnmente se les llamaba en el primer siglo, virtualmente idéntica en apariencia al trigo y también altamente tóxica. Ya que la cizaña debe dejarse en el campo, el agricultor y sus ayudantes están encargados de discernir cuidadosamente entre el grano verdadero y el falso.

Tengamos en cuenta que la cizaña es sembrada por el enemigo “mientras los hombres dormían”, indicando una de dos condiciones -- o que la siembra se lleva a cabo bajo el manto de la oscuridad, cuando los humanos normalmente duermen; o que debido al estado de somnolencia (descuido, dejadez) espiritual de los creyentes el adversario es capaz de sembrar su semilla sin ser detectado. Confiadamente se puede decir que ambas situaciones pueden ser correctas.

Por ejemplo, las Escrituras claramente nos dicen que la estratagema de Satanás son el engaño y la sutileza, y que él y sus ministros son amantes de las tinieblas y no de la luz. En cambio, no pasó mucho tiempo después de la predicación inicial del Evangelio que la somnolencia espiritual cayó sobre los primeros conversos, permitiendo así la entrada a falsos maestros que produjeron mucha "cizaña". Somos advertidos de esta condición temprano en el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo escribe a los Tesalonicenses advirtiéndoles que en su tiempo “...ya está en acción el misterio de la INIQUIDAD [griego anomía -- ilegalidad, sin ley, maldad] (2 Tesalonicenses 2:7). Y el apóstol Juan añade: “y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos” (1 Juan 2:18).

Estas dos escrituras, por cierto, son muy importantes, pues asocian los conceptos del anticristo, el hombre de pecado, y el misterio de iniquidad. La palabra griega traducida como iniquidad en el versículo anteriormente citado en 2 Tesalonicenses 2, es anomía. Este es el mismo término usado por el Mesías en Mateo 7:23, donde les dice a las "cizañas": “apartaos de mí, hacedores de MALDAD”. El significado de esta palabra es muy significativo, y cada creyente debe estar profundamente consciente de ello. El mismo está definido como violación de la ley, y es derivado de anomos, que quiere decir no sujeto a la ley, ilegal, sin ley. ¡Entendamos bien, una de las características principales de la “cizaña” es ilegalidad! ¡No solamente son desobedientes a la ley, sino que también se oponen a que la misma sea siquiera mencionada en cualquiera situación en la actividad humana!

En el Nuevo Testamento se le aplica un mayor énfasis a esta palabra cuando consideramos el hecho de que el llamado “misterio de iniquidad”, mencionado por Pablo como empezando a estar en vigor en el tiempo del fin, y de estar directamente asociado con el hombre de pecado o el anticristo, verdaderamente debe ser traducido y entendido como el misterio de la ilegalidad. Dicho directamente, significa ¡SIN LEY!

Desde que el Evangelio fue predicado inicialmente por Jesús y los primeros discípulos, ya se habían realizado muchos atentados para debilitar la posición de la ley con respecto al creyente. Durante mediados del primer siglo, esfuerzos malignos ya habían comenzado, tan así que los apóstoles Pablo, Juan, Pedro y Judas, escriben acerca de esto. Judas poderosamente lo expresa cuando dice:

“Amados... me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente... hombres impíos que convierten en LIBERTINAJE la GRACIA de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo... ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. Estos son manchas en vuestros ÁGAPES... para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas” (Judas 3-4, 11-13).

Prestemos atención al hecho de que esta condición sobrevino a los primeros creyentes gradualmente, por encontrarse desapercibidos. Judas utiliza la frase “entrado encubiertamente” para indicar el modus operandi de aquéllos cuyo objetivo es el tomar la gracia de Dios y cambiarla a ilegalidad, o quizás el usar el bello concepto de la gracia de Dios como una excusa para desobedecer. Recordemos que siempre ha sido la naturaleza del hombre despreciar, rebelarse en contra, desobedecer y rechazar la Ley de Dios. Las Escrituras son bien claras en este punto, tal como el apóstol Pablo lo expresa:

“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7).

¿Por qué suponer que Pablo trae el asunto de la ley cuando describe la mente natural, carnal, física del hombre? Precisamente porque Pablo, un judío y fariseo estricto, era un rabino erudito, un doctor de la ley. Él entendía el correcto lugar de la ley dentro de la vida de un creyente, y sus escritos, aunque con harta frecuencia malentendidos y difamados, reflejan la sabiduría que poseía con respecto a la ley y a la gracia de Dios.

Jamás olvidemos que el anticristo del tiempo del fin será el máximo exponente de la ilegalidad o el libertinaje, ¡que actuará en total rechazo, en total desdén a la Ley del Eterno Dios! ¡El sistema descrito en Apocalipsis 12:9 como “engañando al mundo entero” en los últimos días es pura y sencillamente el misterio de la iniquidad o anomía (SIN LEY) en su máxima función!

Dentro del cuerpo de los creyentes, hay “cizaña” que se hacen líderes, administradores, predicadores, maestros, eruditos, y teólogos; y hay otros muchos más que simplemente se convierten en seguidores de su propio enfoque a Dios y a Su Ley y forma de vida. Recordemos que las apariencias engañan. Esto es particularmente cierto en el caso de la cizaña. Una de las razones principales de porqué la cizaña no es removida durante la época de cultivo y crecimiento es que no se debe arrancar sin riesgo alguno hasta que madure, es decir, cuando produce frutos. Es solo en ese momento que el agricultor puede determinar con certeza el grano falso que ha crecido en la espiga. Hasta el tiempo de la siega, la cizaña muy bien puede presentar una apariencia atractiva, imitando las hojas verdes, y floreciendo junto con el trigo verdadero. Mientras los espinos y cardos ciertamente presentan problemas evidentes, ¡es la imitación venenosa de trigo la que es más letal!

Cristianismo falso engendra cristianos falsos, y constituye en gran manera el fruto de la mentira engañosa en el misterio de iniquidad que nos invade. Cristianos falsos también producen un cristo falso -- otro FALSO MESÍAS, quien tendrá el poder para realizar milagros y totalmente engañar a las masas. ¡Es un seductor, defraudador, estafador, timador, y superhombre extraordinario!

Es también instructivo que la cizaña germina en tierra árida, no apta para el grano verdadero. Satanás no tiene dificultad alguna para sembrar en cualquier campo; a él lo que realmente le importa es sembrar, y cultivar la oposición y la dificultad que los fieles creyentes del verdadero mensaje enfrentan. No hay tierra estéril para estos seres de iniquidad penetrar, ni espinos que los ahoguen, ni aves del cielo que se lo impidan. De nuevo, tengamos en cuenta que la cizaña no se arranca de inmediato. Este hecho habla fuertemente en contra de la idea de que el mundo puede ser reformado por los esfuerzos del hombre, que si tan solo pudiéramos deshacernos de la cizaña nosotros mismos, ¡entonces las cosas mejorarían! Esta no es la manera de Dios pensar y obrar. Los intentos interminables para mejorar el estado del hombre en la tierra nunca funcionan. En realidad, estos son o se convierten en fachadas engañosas utilizadas en los planes y programas previstos por los líderes de este mundo, quienes, bien sabemos, están del todo engañados. En la sociedad de hoy, cualquier estratagema puede ser inventada, cualquier sugerencia de “eruditos pensadores” (el llamado “THINK TANK”) puede ser aceptada, cualquier propuesta de legislación puede aprobarse y ponerse en marcha, y todas estas cosas son creadas atribuyéndosele algún tipo de propósito bueno y útil, pero tras bastidores de este exterior supuestamente bueno, se oculta la maldad que estas entidades llevan adelante como parte de su agenda acordada desde tiempo inmemorial. La historia claramente demuestra, una y otra vez, que las revoluciones humanas sólo producen un cambio de líderes, pero a la postre siempre permanece latente el sistema de extorsión y opresión para las masas, aunque en y/o con métodos diferentes.

Primero leímos en Mateo 13:30, la siguiente declaración por el Mesías: “Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.”

Y entonces en la explicación de la parábola, Él dice: “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad [griego, anomía - ilegalidad, sin y/o en contra de la ley] y los echarán en el horno de fuego...” (Mateo 13:41-42).

Ya que el tiempo de la siega está designado como el fin del mundo o de la era presente, tenemos que preguntarnos seriamente cómo es que este proceso de recogida de cizaña será realizado. A medida que nos vamos acercando a ese momento clave en el tiempo, ¿qué vemos suceder en el mundo? ¿Acaso ha comenzado el recogido ya? ¿Será posible que este recogido y “atado en manojos” sea en realidad una de las más prominentes señales de los tiempos? La respuesta puede muy bien que sea afirmativa. Me explico.

Mientras nos encontramos ocupados y distraídos en nuestra rutina diaria, algo está pasando, algo realmente significativo. Lentamente, pero con firmeza imperceptible, mucha gente está siendo “recogida”. El individuo está rápidamente convirtiéndose en un cero a la izquierda. Fronteras estatales y nacionales, y aún la soberanía de naciones se están disolviendo. Hoy el enfoque es amalgamación. Vemos esto particularmente en el mundo del comercio: conglomerados se han apoderado de prácticamente todo aspecto de lo que antes era el alma y el corazón de la empresa libre -- el negocio pequeño y el pequeño hombre de negocios. Fondos de inversión, cooperativas, asociaciones, carteles, sindicatos, uniones, gigantes corporativos -- ¿no son estos manojos en los cuales personas, en forma desprevenida, son sistemáticamente llevadas como manada al matadero hoy en día? El socialismo, sistema que en alguna manera u otra ha impregnado todas las culturas del mundo, abiertamente busca destruir la importancia del individuo. ¡El estado o el sistema no es más que la recogida de ciudadanos independientes en manojos!

Respecto a la religión, consideremos el “recogido” eclesiástico que está ocurriendo alrededor del planeta tierra. Hoy, el enfoque está en esfuerzos interdenominacionales, esfuerzos unidos de distintas creencias, movimientos ecuménicos, fusiones entre perspectivas religiosas antes opuestas, el desmantelamiento de barreras entre iglesias y entre las muchas creencias establecidas en la tierra, etc., etc.

¿Cuál será la resultante uni-religión mundial sino un recogido en manojos?

En el panorama geopolítico, ¿cuál es el sinónimo de la era moderna? ¿No fue el ex presidente de los EE.UU. y globalista cabal George H. W. Bush quien popularizó el término UN NUEVO ORDEN MUNDIAL, y cuyos sucesores en esa oficina han continuado adelantando la agenda globalista a una ejecución más realista aún?

Meditemos en estas bien articuladas frases/nombres: Nuevo Orden Mundial – Gobierno Mundial – Globalismo -- Orden Globalista -- Comunidad Global -- Aldea Global -- Organización de las Naciones Unidas, etc.

Estos términos forman parte del vocabulario comúnmente utilizado en el presente siglo XXI, y todos se refieren solo a un gran objetivo general, ¡el recogido de la desventurada humanidad en manojos aptos para el fuego! Habrá un pequeño manojo de manipuladores potentes, habrá un manojo algo más numeroso de agentes financieros, habrá un manojo mayor de administradores de bajo nivel, habrá un manojo de ejecutores muy bien entrenados, habrá un manojo inmenso de esclavos, y un manojo asombrosamente grande de “comilones inútiles” -- ¡este último grupo, está destinado a ser destruido por la poderosa élite gobernante! ¡¡¡Les digo que es mucho, mucho más tarde de lo que muchas personas se imaginan!!! Bien acertadamente el apóstol Pablo nos lo advierte en Romanos 13:11-12:

“Y esto, conociendo el tiempo [la era actual, las condiciones imperantes, las señales a nuestro derredor], que es ya HORA de LEVANTARNOS del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.”

El misterio de iniquidad (sin ley) ya estaba bien activo en el tiempo cuando el Nuevo Testamento se estaba escribiendo. Hoy, alrededor de 2,000 años después, ha evolucionado cuánticamente; y el mundo está precipitándose ciegamente, de cabeza, hacia el despeñadero. Con excepción de las circunstancias prevalecientes “en los días de Noé”, ha habido pocos, si algunos, tiempos más críticos dentro de la historia humana que en los que vivimos hoy en día. Y bien debemos entender que la situación continuará empeorando hasta el cumplimiento de lo anunciado por el Mesías Redentor, el Profeta por excelencia, a quien Sus discípulos le preguntaron: “...Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán ...Orad, ...porque HABRÁ ENTONCES GRAN TRIBULACIÓN, CUAL NO LA HA HABIDO DESDE EL PRINCIPIO DEL MUNDO HASTA AHORA, NI LA HABRÁ” (Mateo 24:3-5, 20-21)); y además: “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre” (Lucas 17:26).

Definitivamente, ¡los del pueblo verdadero de Dios necesitan ser los individuos más vigilantes, despiertos, informados, y dedicados en toda la faz de la tierra! Muchos creyentes han sido víctimas de varias guerras y conflictos de las iglesias, y sus sentimientos han sido heridos, su fe en ciertos hombres y organizaciones ha sido desvirtuada. Yo sé lo que eso significa, porque he estado ahí y por más duro que suene, no es insuperable…con plena confianza puedo exhortarles: ¡supérenlo! Hay muchísimos problemas, o mejor decir, ¡OPORTUNIDADES! de mayor importancia que debemos considerar seriamente en nuestras decisiones de corto y largo plazo. Tenemos por delante responsabilidades desafiantes y mucho trabajo por hacer. Meditemos en las palabras de nuestro Salvador cuando …“les dijo [a los creyentes de sus días, Y A NOSOTROS HOY]: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega... La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Juan 4:34-37; Lucas 10:2).

Estas palabras, escritas hace miles de años en un mundo mucho menos desquiciado, mucho menos peligroso, mucho menos engañado, mucho menos tenebroso, que en el cual vivimos, ¡son más significativas y aplicables hoy que nunca antes en la historia de la humanidad! ¿Acaso nosotros, los que creemos, habiendo sido mimados en tanta facilidad y lujo por tanto tiempo, rara vez, si acaso, hemos sido animados a convertirnos en verdaderos discípulos sacrificados, quienes ponen sus propias vidas en riesgo? ¿Nos atrevemos a decir: "TODAVÍA FALTA MUCHO PARA LA SIEGA. TENEMOS MÁS QUE TIEMPO SUFICIENTE (como la canción popular en inglés: "Relax, don't worry, be happy"; que traducido significa, TRANQUILO, NO TE PREOCUPES, SÉ FELIZ)?

Debemos sentirnos obligados a tomar en serio las palabras de nuestro Maestro Divino, el Mesías, especialmente cuando vemos ciertísimas profecías bíblicas en acelerado cumplimiento en todos los órdenes de la actividad humana, por el mundo entero. Oh, sí, los eventos que se van desarrollando por todo el mundo son una advertencia, un llamado al pueblo creyente a que prestemos especial atención, como nunca antes lo hemos hecho, al “…supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14). Si hemos de estar en armonía con nuestro Maestro Divino, es requerido que comencemos a hacer cambios drásticos, determinantes, para desenredarnos del camino, las distracciones, las rutinas, las agendas, y los sistemas de este mundo. Si no lo hacemos, seremos arrastrados por la marea, ¡una marea que pronto se convertirá en un tsunami mundial de proporciones inimaginables! Las Escrituras nos advierten que aquellos que persistan en quedarse en donde están dentro de la red de maldad que está arropando al planeta, van a estar más y más envueltos y engañados por lo que viene, y eventualmente ¡serán destruidos! Pablo nos escribe, a ustedes y a mí:

“Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad... [griego, anomía -- en contra y sin la ley de Dios]. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca... cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales, y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios, les envía un PODER ENGAÑOSO, para que CREAN LA MENTIRA, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (1Tesalonicenses 2:7-12).

 

LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA DE MOSTAZA

Esta tercera parábola del reino expuesta por el Mesías es también muy bien conocida por los lectores de la Biblia, pero nuevamente, entendamos que, tal como en las instancias anteriores, la enseñanza de esta parábola tiene que ver más con las condiciones y situaciones previas al comienzo del Reino Mesiánico. Este relato consta de apenas dos versículos, y probablemente nos toma unos 10 segundos o menos pronunciarlo, pero el significado es bastante profundo. Leemos en Mateo 13:31-32 lo siguiente:

“El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.”

Un altísimo porcentaje de las explicaciones a esta parábola sigue más o menos la misma línea de pensamiento en la cual el reino en sí es una semilla de mostaza, teniendo un comienzo pequeño, pero eventualmente crece convirtiéndose en un gran árbol. Es obvio que esta interpretación suena muy bien, y a primera lectura parece ser absolutamente correcta. Pero, ¿es esto así? En este estudio consideraremos otra posible vía de pensamiento a este respecto.

Por favor, recordemos que estas siete parábolas en Mateo 13 forman un todo, y que cada uno de estos relatos debe considerarse dentro del contexto de toda la imagen que se nos está pintando. Una de las parábolas en el grupo no puede contradecir a ninguna de las otras. Por ende, antes de comenzar a analizar la parábola de la semilla de mostaza, vamos a resumir brevemente lo dicho hasta aquí.

En el primer relato, la alegoría del sembrador, Jesús específicamente les informa a sus discípulos (de todos los tiempos o eras) que la semilla buena que ellos van a sembrar caerá mayormente en tierra árida, y que aún si un tipo de esta tierra parece producir fruto, el mismo será encontrado defectuoso, transitorio y despreciable. Y aún con respecto a la tierra buena y fértil, parece ser que habrá gran variación en la productividad.

En la parábola de la cizaña, se nos dice que los creyentes deben estar precavidos de que el enemigo saldrá con todas sus fuerzas a sembrar mala semilla junto con la buena. El grano falso producido por la mala semilla será difícil de distinguir, porque será muy parecido a la semilla del trigo verdadero. También será venenosa si se consume, mas sorprendentemente no será removida del campo. Se requerirá que la semilla buena crezca en medio de no tan solo la mala o venenosa semilla, sino también entre la semilla silvestre o engañosa. Ciertamente, siguiendo el patrón natural de crecimiento, es lógico pensar que mientras más tiempo esté la cizaña en el campo, más crece y se desarrolla, y consecuentemente el efecto dañino será más amenazante y potencialmente peligroso a la buena semilla. Así que, a pesar de que se dice que las primeras dos parábolas son parábolas del reino, estas son en realidad referentes a eventos y circunstancias que ocurrirían durante el tiempo intermedio entre los dos advenimientos del Mesías.

Hay cuatro elementos principales presentados en la tercera parábola: la semilla de mostaza, el campo en donde se siembra la semilla, el árbol que crece de esta semilla, y las aves del cielo que anidan en el árbol mismo. En los primeros dos relatos, el significado del campo está claramente establecido -- éste representa el mundo; lo que es de la tierra, de la carne, de lo físico. Sin embargo, surge un problema cuando asumimos que esta parábola de la semilla de mostaza representa el reino de los cielos como una semillita que crece y se convierte en una fuerza avasalladora en el mundo. Esta analogía es errónea, y está claramente contradicha por las palabras de Jesús a Pilato, cuando le dice:

“Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan 18:36).

La semilla de mostaza que es sembrada se convierte en un gran árbol mientras va introduciendo sus raíces profundamente en la tierra (el mundo). Un árbol alto destella prominencia, elevación, y altura, no la sencillez, humildad, sacrificio, y sufrimiento tan arraigados a la vida de los verdaderos santos, en especial durante este tiempo del fin.

La mostaza es una hierba. No fue creada para ser un gran árbol. La altura normal máxima para una planta de mostaza es de poco más de un metro, aunque ha habido algunas pocas especies de tres a cuatro metros de altura. Y, mientras es cierto que algunas aves comen las semillas de estos arbustos, ¡éstas casi nunca construyen sus nidos en los mismos! Entonces, ¿qué debemos entender por la mención que el Mesías hace de la semilla de mostaza en esta parábola?

En vez de imaginar algún tipo de crecimiento gigantesco normal, la semilla de mostaza en esta instancia parece haber sido utilizada como un tipo anormal de crecimiento gigantesco. De acuerdo a una entrada en la enciclopedia International Standard Bible Enciclopedia, leemos:

"Normalmente alcanzando una altura máxima de 1.2 metros, la apariencia LARGUIRUCHA del arbusto maduro puede transmitir la IMPRESIÓN de un ÁRBOL GRANDE cuando es comparado con la pequeñez de la semilla, pero de cualquier manera el contraste es una exageración deliberada" (Vol. III, p. 449).

Un árbol con aves anidando en las ramas debe parecer familiar para nosotros, ya que nos transporta atrás en la historia al tiempo de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Una noche este rey tuvo un sueño muy extraño, el significado del cual no podía determinar. En Daniel, capítulo 4 se nos relata lo que vio:

“Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un ÁRBOL, cuya altura era GRANDE. Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las AVES DEL CIELO, y se mantenía de él toda carne… Beltsasar [Daniel] respondió y dijo: Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren. El ÁRBOL que viste, que crecía…, cuyo follaje era hermoso, y en cuyas ramas anidaban las AVES DEL CIELO, TÚ MISMO eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra” (Daniel 4:10-12, 19-22).

Es probable que usted jamás haya hecho una conexión entre este árbol con las aves en sus ramas y la parábola de la semilla de mostaza, pero bien debería considerarse. Si es así, entonces Jesús está advirtiendo a sus discípulos (de todas las eras) que mientras ellos están ocupados laborando para el verdadero reino de los cielos, también ocurrirá el surgimiento de un gran sistema mundial – sin lugar a dudas, esa Misteriosa Babilonia antiguamente descrita en la Escritura como un árbol producido por un crecimiento anormal de una semilla pequeñita, un árbol que provee en sus ramas a las aves del cielo un lugar para anidar.

Cuando Dios oficializó el pacto Abrahámico, Él lo hizo mediante un sacrificio especial conocido por el pacto de partición. Leemos acerca de esto en Génesis 15, donde Dios ordena: “Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también y un palomino. Y tomó él [Abraham] todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves. Y descendían las AVES DE RAPIÑA sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba” (Génesis 15:9-11).

¿Cuál es la importancia de las aves en este pasaje?

El propósito de esta ceremonia tan inusual era para confirmar el grandioso pacto hecho con Abraham, un pacto que resultaría finalmente con el nacimiento del Mesías y la bendición para todas las naciones del mundo a través del reino de los cielos. Las aves que descendían sobre los cuerpos muertos de los animales sacrificados están simbólicamente atacando al cuerpo del Salvador (la Iglesia, los verdaderos creyentes), y por ende son representativos de y prefiguran a los agentes de Satanás puestos en oposición a Cristo y al plan de Dios para la humanidad. Pero el Padre, presagiado en este antiguo ritual por Abraham, espantaba a los buitres, efectivamente frustrando los esfuerzos de destruir Sus santos propósitos. Más tarde, cuando Dios pronuncia las maldiciones que le sobrevendrían a Israel por su desobediencia, Él dice:

“Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos… y tus cadáveres servirán de comida a toda AVE DEL CIELO, ¡Y NO HABRÁ QUIEN LAS ESPANTE!” (Deuteronomio 28:25-26.)

Este pasaje nos provee un contraste muy informativo comparado con el pasaje citado anteriormente en que como es Dios quien trae las aves sobre los cadáveres, ¡nadie las podrá espantar, como lo hizo Abraham! En ambos casos vemos cómo las aves del cielo son usadas en las Escrituras para representar aquello que ataca, desgarra, y se come algo recién muerto, o putrefacto.

Cuando David se paró frente a frente a Goliat, de Gat, el campeón filisteo se ríe burlonamente de su frágil oponente, dándose alardes: “Ven a mí, y daré tu carne a las AVES DEL CIELO y a las bestias del campo” (1 Samuel 17:44).

Este tipo de lenguaje descriptivo es usado una y otra vez en las páginas de la Biblia, y típicamente las aves del cielo son vistas como aves de rapiña, como representantes del mal o enemistad, como estando presentes cuando sobreviene una matanza para alimentarse de los cuerpos muertos o ya putrefactos, apareciendo como cuando castigos terribles son llevados a cabo.

Hay otro pasaje muy sorprendente en el Antiguo Testamento en donde se mencionan ambos simbolismos usados en la parábola de la semilla de mostaza, el gran árbol y las aves. Tomemos nota de la siguiente profecía en Ezequiel 31:

“Aconteció en el año undécimo, en el mes tercero, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, di a Faraón rey de Egipto, y a su pueblo: ¿A quién te comparaste en tu grandeza? He aquí era el asirio CEDRO en el Líbano, de hermosas ramas, de frondoso ramaje y de GRANDE ALTURA, y su copa estaba entre densas ramas. Por tanto, se ENCUMBRÓ su altura sobre todos los árboles del campo, y se multiplicaron sus ramas, y a causa de las muchas aguas se alargó su ramaje que había echado. En sus ramas hacían nido todas las AVES DEL CIELO, y debajo de su ramaje parían todas las bestias del campo, y a su sombra habitaban muchas naciones” (Ezequiel 31:1-3, 5-6).

De nuevo tenemos aquí una nación o sistema malvado, representado como un gran árbol en cuyas ramas anidaban las aves del cielo. En Ezequiel 39:17-19 se nos dice:

“Y tú, hijo de hombre, así ha dicho Jehová el Señor: Di a las aves de toda especie, y a toda fiera del campo: Juntaos, y venid; reuníos de todas partes a mi víctima que sacrifico para vosotros, un sacrificio grande sobre los montes de Israel; y comeréis carne y beberéis sangre. Comeréis carne de fuertes, y beberéis sangre de príncipes de la tierra; de carneros, de corderos, de machos cabríos, de bueyes y de toros, engordados todos en Basán. Comeréis grosura hasta saciaros, y beberéis hasta embriagaros de sangre de las víctimas que para vosotros sacrifiqué.”

Y en Apocalipsis 19:17-18: “Y vi un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las AVES que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes.”

Ciertamente, la caída final de la gran Babilonia es descrita con lenguaje muy similar en Apocalipsis 18:

“Después de esto ví a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda AVE inmunda y aborrecible” (Apocalipsis 18:1-2).

Es de notar que en este pasaje las aves están siendo igualadas no tan solo con maldad, ¡sino también con demonios y todo espíritu inmundo! La conexión no puede ser más directa, pero en realidad no tenemos que salirnos del mismo capítulo 13 de Mateo para descubrir si las aves son buenas o malas. Todo lo que tenemos que hacer es leer el versículo 4 en la parábola del sembrador: “Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las AVES y LA COMIERON.”

¿Y a quién o qué representan estas aves? La contestación la tenemos en Mateo 13:19:

“Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el MALO, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.”

Esta es una conexión de las más directas en las Sagradas Escrituras. ¡Las palabras son pronunciadas por el Mesías, y en ambas instancias se habla de aves, y se pronunciaron en el mismo contexto, en la misma ocasión, y tratan el mismo tema! Más aún, pongamos atención a la sentencia que Jehová Dios pronuncia en el huerto del Edén: "Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y POLVO COMERÁS TODOS LOS DÍAS DE TU VIDA: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; Él te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él señoreará sobre ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu esposa, y comiste del árbol de que te mandé, diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida; espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; PUES POLVO ERES, Y AL POLVO VOLVERÁS." (Génesis 3:14-19). La advertencia profética es clara y precisa desde el principio mismo, el adversario y sus ministros se esforzarán por arrebatar, con limitado éxito (Job 2:6), la palabra que da vida espiritual al hombre.

El hecho es que no tan solo se puede hacer un buen argumento desde el punto de vista de la Biblia que el árbol con las aves anidando en sus ramas tiene una connotación de maldad, sino que también está bien establecido en la historia secular que ese mismo simbolismo estaba atado a ese tema en la antigüedad.

¡Qué imagen tan increíble se descubre cuando entendemos que estas primeras tres parábolas de Mateo 13 realmente revelan información profética respecto de lo que debíamos esperar durante el tiempo que el Evangelio sería predicado sobre la tierra! ¡Y hemos vivido para atestiguar que ha sucedido y está sucediendo precisamente como el Salvador lo predijo!

Desde antaño los misterios de Babilonia fueron incrustados en la entidad religiosa que vendría a dominar mundialmente el tal llamado “cristianismo”. Y sin duda alguna la semilla de mostaza ha experimentado el mayor grado de su crecimiento anormal, y ha propagado sus tentáculos en todas partes de la tierra. Ha pervertido la verdad del Bendito y Omnisapiente Dios Creador, ha predicado otro evangelio, anunciado otro mesías, engañado a todo el mundo, y ha adormecido a las masas que han buscado refugio en su oscura sombra, lo que ha dado motivo para que alguien acuñara el popular axioma “la religión es el opio de los pueblos”.

Y ¿quiénes han encontrado alojamiento como “aves del cielo” al tope de este árbol? ¡Nada menos que los espíritus malignos y fuerzas demoniacas que controlan este espantoso sistema que se extiende sobre toda la tierra! Tanto los medios científicos como la prensa hablada y escrita nos proveen información diaria de seres extraterrestres que “supuestamente” nos visitan con regularidad alarmante. En este contexto, es del todo obvia la conexión que sugerimos.

Diluyendo la pura verdad de las Escrituras, rechazando como demasiado judía la Ley del Todopoderoso, este “gran árbol” se ha convertido en la personificación de anomia -- ausencia de ley, ¡anarquía y libertinaje! Ciertamente, es una parte integral del misterio de iniquidad (anomia). Este cristianismo profeso ha proliferado enriquecida e influyentemente en toda la actividad humana. Simples sinagogas y grupos en humildes casas (hogares de familia), pronto se convirtieron en majestuosas catedrales, y lo que comenzó como un sacerdocio en la familia de creyentes ha mutado en un sacerdocio del clero gobernando sobre toda la humanidad víctima de estas falsas enseñanzas.

Hace mucho tiempo que la presumible iglesia cristiana se inmiscuyó bien activamente en los gobiernos del mundo, ganando así más y más influencia sobre las vidas y fortunas de las masas ingenuas. El cristianismo profeso se ha hecho atractivo mediante el ofrecimiento de alimentación, programas de salud y refugio, etc., desde su grotesco laberinto de tentáculos. Adoptando una forma de piadosa santidad, ha denegado su verdadero poder, y se ha atribuido lo que debió ser la influencia y el liderazgo del Espíritu Santo hacia sí misma. ¡Y qué diremos ahora, sino que el resto es historia! Los resultados malignos son evidentes por todas partes. ¡Las naciones se han embriagado con el vino de esta gran ramera la cual ha engendrado hijas (otras denominaciones "cristianas") asimismo rameras (idólatras), y sus pecados han alcanzado hasta los cielos!

 

LA PARÁBOLA DE LA LEVADURA

Esta cuarta parábola del reino, en Mateo 13, es la más corta del grupo, y a pesar de eso es interpretada virtualmente en la misma manera que la que acabamos de discutir. El relato en sí consta de un solo versículo, que dice: “El reino de los cielos es semejante a la LEVADURA que tomó una MUJER, y ESCONDIÓ en TRES MEDIDAS DE HARINA, hasta que TODO fue LEUDADO” (Mateo 13:33).

Aunque las palabras claves obviamente no son difíciles de identificar, por claridad se han resaltado de todas maneras. Casi sin pensarlo, la mayoría de los lectores de la Biblia, desde el ministro hasta el nuevo converso, leerán la parábola y asumirán que Jesús simplemente está diciendo que el reino crecerá grandemente, tal como una pequeña cantidad de levadura expande la masa y la convierte en una hogaza. Sin embargo, nuevamente se puede hacer un buen argumento para otra manera de entender esta alegoría.

Cuando el término levadura se utiliza como un símbolo en la Biblia, todos sabemos que probablemente algo más que hornear pan está envuelto. Y ciertamente ese es el caso en esta ocasión. Levadura, como una tipología bíblica, casi siempre tiene la misma connotación. Hay algunas excepciones, pero en su mayor parte, indiscutiblemente representa al pecado o a los pecadores. Aún así, el Mesías escogió este ingrediente para enseñarnos una importante verdad que en cierto aspecto está relacionada al Reino.

Todos estamos al tanto de que un agente leudante sirve de catalítico en el proceso de transformar lo que de otra manera sería una desabrida combinación de harina, agua, y un poco de sal, en una sabrosa hogaza de pan. La acción química generada por la levadura causa que la masa se expanda, y consecuentemente la Biblia, en gran medida, utiliza el término levadura como símbolo de lo que infla el orgullo justificativo del ser humano. Estamos muy familiarizados con tal uso porque una de las tres temporadas de fiesta es la Pascua, el periodo de siete días conocido como los Días de Panes Sin Levadura (Ezequiel 45:21), ese tiempo único cuando Dios nos ordena remover toda la levadura de nuestras casas y propiedades, y que comamos pan sin levadura durante esos siete días (ver Deuteronomio 16:1-4).

Para los israelitas, el pan sin levadura era considerado el pan de aflicción, y el pan de la prisa, debido a la relación con la esclavitud en Egipto de la cual fueron liberados apresuradamente (ver Éxodo 12:1-12). Mientras continúa teniendo este significado, también es visto por los creyentes de una manera más profunda y espiritual, ya que es un símbolo perfecto del Mesías mismo, el verdadero pan sin levadura o pan sin pecado. De esta manera, la tarea de sacar la levadura de nuestras casas es usualmente vista como equivalente a remover el pecado de nuestras vidas. Lo que realmente sucede es que el pan sin levadura desplaza el pan leudado, y ese periodo especial de siete días es representativo de ingerir a Cristo, de su entrada y residencia en la vida espiritual del creyente. Entendemos que los Días de Panes Sin Levadura, por consiguiente, son la perfecta imagen del proceso de santificación que es de toda la vida.

En consideración a la levadura como tipología bíblica, no necesitamos citar numerosas referencias, pero para la claridad de este estudio, conviene meditar en algunas escrituras donde se revela el significado fundamental. En su exhortación a los Corintios, Pablo les escribe acerca de un pecado aborrecible dentro de la asamblea local:

“De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis ENVANECIDOS. ¿No debierais más bien haberos lamentado…? ...No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de LEVADURA leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa… Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la LEVADURA DE MALICIA Y DE MALDAD, sino con panes sin levadura, de sinceridad y verdad” (1 Corintios 5:1-2, 6-8).

Y, en su carta a los Gálatas, Pablo menciona nuevamente la levadura como un tipo de pecado, diciendo:

“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud… Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de LEVADURA leuda toda la masa” (Gálatas 5:1, 7-9).

En ambas epístolas el término levadura significa pecado o falsas doctrinas. El uso de esta analogía fue bastante familiar para la mayoría de las personas en el primer siglo, ya que se hacía pan virtualmente en todas las casas, y las características de la levadura eran muy bien conocidas. En varias ocasiones Cristo mismo utilizó la palabra en esta manera, diciendo:

“Mirad, guardaos de la LEVADURA de los fariseos y de los saduceos. Ellos pensaban dentro de sí… Y entendiéndolo Jesús, les dijo… ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la LEVADURA de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la DOCTRINA de los fariseos y de los saduceos” (Mateo 16: 6-8, 11-12).

Y también en Marcos 8:15: “Y él les mandó diciendo: Mirad guardaos de la LEVADURA de los fariseos, y de la LEVADURA de Herodes” (Marcos 8:15).

Aún con esta clara evidencia, sin embargo, se mantiene la interpretación generalmente aceptada de que la levadura de la parábola en Mateo 13 representa la predicación del Evangelio y la resultante expansión del reino. Tal conclusión, sin embargo, ignora completamente los tres relatos previos en este capítulo, y está en desacuerdo con muchas otras escrituras, algunas de las cuales hemos citado. Y para evidencia adicional, examinemos cuidadosamente las siguientes palabras de Cristo:

“Entonces acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas en parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros [a los discípulos] os es dado saber los MISTERIOS DEL REINO DE LOS CIELOS; mas a ellos [a la multitud] no les es dado… Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé COSAS ESCONDIDAS desde la fundación del mundo” (Mateo 13:10-11, 34-35).

Notemos que estas parábolas contienen los misterios del reino de los cielos, cosas nunca antes reveladas. Esta declaración imposibilita que la levadura pueda representar el Evangelio, ya que las buenas nuevas del reino por venir no era un secreto en tiempos pasados. No estaba escondido. Pablo expresamente contradice este argumento diciendo:

“Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la BUENA NUEVA A ABRAHAM, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham” (Gálatas 3:8-9).

Y en Hebreos 4:1-2, leemos confirmación adicional:

“Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha ANUNCIADO LA BUENA NUEVA como a ELLOS [israelitas], pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.”

Está bien claro, la levadura no puede ser tipo de la predicación del mensaje del Evangelio de tal manera que produzca un incremento de bienestar general en todo el mundo. ¡La buena nueva no estaba escondida desde la fundación del mundo! No era un misterio del reino. Lo que el Mesías está revelando en las parábolas de Mateo 13 trata enteramente de otra cosa.

Consideremos también el periodo de tiempo durante el cual fue hablada la parábola de la levadura. Es Judea del primer siglo, La audiencia, en su gran mayoría, es judía o ciertamente semítica. Su familiaridad con las Escrituras hebreas los hubiese llevado a conectar el uso simbólico de la levadura con un concepto de pecado o maldad. Tal relación era muy bien conocida y utilizada comúnmente en esa época. De hecho, cada uso de los términos levadura o leudado en el Nuevo Testamento llevan la connotación de pecado o maldad. No hay ninguna excepción. ¿Por qué entonces entretenemos la idea de que la referencia de levadura en Mateo 13 va a ser diferente? Claramente no hay ninguna razón válida para hacerlo.

En esta parábola tenemos también otra tipología, en adición a la levadura, que se expresa en la frase “tres medidas de harina”. Aquellos que enseñan que la levadura representa el Evangelio, igualmente entienden que la harina en la cual la levadura está oculta, es simbólica del mundo o de la raza humana, ya que es aquí donde el Evangelio es predicado y donde tiene su efecto. Tal interpretación, de igual manera, está en total desacuerdo con las Escrituras en todos los aspectos.

La harina se hace del grano, y el grano es bueno, tanto en términos de comida física como en términos de tipología bíblica. Fijémonos cuidadosamente que en la parábola de la cizaña, el trigo es el buen grano, el cual tipifica a los verdaderos creyentes. La cizaña es la que simboliza lo que es malo. Pero más allá de esta consideración está el hecho establecido en la Escritura en donde el Salvador mismo es comparado favorablemente con el grano y sus efectos (productos). Vez tras vez leemos en el Nuevo Testamento tales referencias como el pan de vida, y el pan vivificante. Jesús, obviamente, comparó su propio cuerpo con el pan que fue servido en su última cena antes de su muerte (ver Éxodo 16:4; Lucas 22:17-20; Juan 6:31-33, 41, 47-58).

En el Antiguo Testamento tenemos numerosas referencias de harina y pan, y son casi siempre favorables y positivas. La ofrenda de harina o grano constituía un componente de gran importancia y significado en el sistema de sacrificios de la antigua Israel. El grano era segado en el campo y molido hasta ser fino, luego era pasado por unos cedazos más refinados hasta llegar a casi polvo. Todo este proceso era típico del Mesías y de Sus seguidores. De hecho, esta es la esencia de lo que se discute con respecto a la harina en la parábola de la levadura. Era en la harina justa y buena que la levadura de maldad era puesta. Justo como en las primeras tres parábolas del reino, este cuadro de palabras es pintado por Cristo para ser una ADVERTENCIA a sus discípulos (de todos los tiempos) en cuanto a lo que ocurriría durante el periodo de la predicación del Reino. ¡Y esto nos aplica hoy más que hace 2,000 años atrás!

Hay un episodio que ocurrió durante la vida de Abraham que está directamente conectado con la parábola que estamos estudiando. Está narrado en Génesis 18, en donde leemos:

“Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol, y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón, y después pasaréis; pues por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Y ellos dijeron: Haz así como has dicho. Entonces Abraham fue de prisa a la tienda a Sara, y le dijo: Toma pronto tres medidas de flor de harina, y amasa y haz panes cocidos debajo del rescoldo. Y corrió Abraham a las vacas, y tomó un becerro tierno y bueno, y lo dio al criado, y éste se dio prisa a prepararlo. Tomó también mantequilla y leche, y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos; y él se estuvo con ellos debajo del árbol, y comieron” (Génesis 18:1-6, 8).

Quizás bajo otras circunstancias este pasaje no recibiría mucha atención, pero, como todo lo contenido en las Sagradas Escrituras, es de mucha importancia. Abraham es agraciado con la presencia de tres distinguidos visitantes que se aparecen en la puerta de su tienda. Le pide a Sara que prepare pan de tres medidas de harina, la cantidad precisa que aparece en la parábola de la levadura. Esto en ninguna manera es pura coincidencia.

La palabra griega para medida es saton, y el mismo término equivalente en hebreo (seah) es el utilizado en el relato de Abraham y su encuentro con el Señor. Los panes que Sara cocina son sin duda un tipo de pan sin levadura, quizás parecido al matzoh semi-suave, yemenita (aparentemente el estilo fino y tostado se desarrolla mucho después en la historia). Es interesante que, de acuerdo a ciertas enseñanzas rabínicas, la razón para utilizar tres matzoh durante el Seder (la cena) de la Pascua sea una alusión a las tres medidas de harina que Abraham indicó. En efecto, los judíos han pensado por mucho tiempo que este evento ocurrió en o alrededor del tiempo de la Pascua, lo cual podemos confirmar que exactamente así es al leer todo el relato en los capítulos 18 y 19 de Génesis, muy especialmente Génesis 19:3, que dice: “Mas él [Lot] porfió con ellos [los dos ángeles] mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron.”

No podemos pasar por alto la solemnidad de este encuentro entre Abraham y estos tres seres porque ellos definitivamente no son hombres ordinarios. Uno de ellos, de hecho, era el Señor o Jehová mismo. Por consiguiente, ¡esto no fue una ocurrencia cualquiera! El escenario es importantísimo para entender el significado espiritual de la primera mención de la frase “tres medidas de flor de harina”.

A pesar de que Abraham vivió varios cientos de años antes de Moisés, aun vemos en esta antigua historia una prefiguración de cosas por venir. En la tabla hebrea de pesos y medidas la unidad más pequeña es un homer. Tres homer hacen una seah o medida, y tres medidas hacen un efa. De acuerdo a la ley (Números 15:8-9), una seah o medida es la cantidad más pequeña aceptada como ofrenda de grano. Abraham, como usted fácilmente puede determinar, le pide a Sara que prepare tres seah de flor de harina, o tres veces lo que eventualmente se requeriría como sacrificio. En este aspecto, él pudo muy bien haber fijado el estándar de ir más allá de lo requerido, pues leemos en Jueces 6 la descripción del sacrificio especial de Gedeón cuando el ángel de Jehová le aparece mientras sacudía el trigo en el lagar en Ofra:

“Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas. Y entrando Gedeón, preparó un cabrito, y panes sin levadura de un efa de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo se lo presentó debajo de aquella encina” (Jueces 6:18-19).

Gedeón ofreció precisamente la misma cantidad de grano que Abraham. Recordemos que un efa equivale a tres medidas. De la misma manera, cuando Ana llevó a su hijo Samuel, el cual había dedicado a Dios, y lo presenta al sacerdote Elí, ella también llevó una ofrenda especial, de la cual leemos en 1 Samuel 1: 24-25: “Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño. Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí.”

Además, en las instrucciones dadas a Ezequiel acerca de los sacrificios en el futuro templo, se nos dice acerca del sábado, festivales anuales, y lunas nuevas:

“Y con cada becerro ofrecerá ofrenda de un efa, y con cada carnero un efa; y por cada efa un hin de aceite” (Ezequiel 45:24; 46:5, 7, 11).

En relación a las ofrendas de harina en general bajo el pacto de Moisés, el mandamiento principal es dado en Levítico. Revisémoslo en la siguiente instrucción:

“Cuando alguna persona ofreciere oblación a Jehová, su ofrenda será de flor de harina… Cuando ofrecieres ofrenda cocida en horno, será de tortas de flor de harina SIN LEVADURA amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite… NINGUNA OFRENDA que ofreciereis a Jehová será con LEVADURA” (Levítico 2:1, 4, 11).

Esta información, particularmente la prohibición del uso de levadura en una ofrenda de harina, es muy importante y debe ser considerada seriamente para llegar a un entendimiento acertado acerca de las palabras del Mesías en la parábola de la levadura. Recordemos el escenario del relato. Es Judea del primer siglo. Su audiencia es judía. Las multitudes inmediatamente conectarían la frase “tres medidas de flor de harina” con los mandamientos y ejemplos de las escrituras que hemos repasado. ¡Y cuando Jesús les dice que la mujer en la historia toma levadura y la esconde en tres medidas de harina, ellos estarían horrorizados, pues tal acción está en directa violación de la ley! ¡Por lo tanto, aun sin que se haya dado una explicación, su reacción instantánea a esta parábola decididamente debió ser negativa, no positiva, como es la típica respuesta cristiana! Estamos, por consiguiente, obligados a repensar el significado de esta parábola.

Mientras, bajo la mayoría de las circunstancias, no hay absolutamente nada malo con la levadura y el consumo de productos leudados en la rutina cotidiana de la vida humana, en el sentido espiritual, este agente es usado por Dios como un tipo de aquello que corrompe, y, como tal, significa falsa doctrina y pecado. A fin de pintar una imagen correcta, no era permitido incluir levadura en una ofrenda de grano, ya que hacerlo era simbólico de contaminar un sacrificio que debía y tenía que ser puro.

Las tres medidas de flor de harina en la corta parábola de Cristo son representativas de la correcta y buena enseñanza que viene de Dios, tanto como la vida de los verdaderos creyentes que entienden, reciben y obedecen la instrucción divina, lo que los convierte en discípulos de Cristo. La introducción de la levadura en la harina por consiguiente simboliza una influencia corruptiva.

Observemos también el hecho de que la levadura no es simplemente tirada en la mezcla, sino que es escondida en la harina. Esto es otro detalle importante en esta parábola de un versículo aparentemente simple. Para describir el proceso de esconder la levadura en la harina evoca un tipo de esquema diabólico, algo maligno hecho en secreto, algo venenoso introducido de manera engañosa dentro del verdadero cuerpo de Cristo y la enseñanza de la Ley y el Evangelio. Esto es algún tipo de influencia corruptiva desde afuera.

La palabra griega traducida como “escondió” en Mateo 13:33, es enkrupto, de la cual se deriva la palabra “codificar”, una palabra muy intrigante, ya que codificar lleva en sí el significado de algo secreto, oculto, misterioso, enigmático, algo que envuelve el uso de un código. Esta palabra es particularmente aplicable a mensajes o transmisiones, en donde ciertas letras o frases han sido codificadas o arregladas de acuerdo a un código, y sólo alguien con la llave a la codificación sabe lo que el mensaje realmente dice. Este proceso a menudo es asociado con trabajos de inteligencia, operaciones de espionaje, y transmisiones en tiempos de guerra, pero también aplica a cualquier mensaje que contenga un código secreto, como por ejemplo, en la práctica de la tal llamada idolátrica ciencia de la adivinación, conocida como “grafomancia” y “radiestesia”, etc. La raíz de la palabra griega enkrupto significa cubrir, esconder o mantener en secreto, y tiene la connotación de ser furtivo, secreto y subrepticio.

Otra clave de factor simbólico en esta analogía es “la mujer”. Por supuesto, ella no tiene nombre, como es apropiado en esta situación pedagógica, pero es incuestionablemente representante de algo importante en el relato. En relación al uso de la palabra “mujer” en la Biblia como un tipo, como el término levadura, es a menudo relacionado con algún tipo de mal, especialmente un sistema religioso falso. Cuando Israel cayó en una idolatría crasa, especialmente la adoración a Baal, Dios la llamó una mujer “lasciva”, y la acusó de "ser ramera," “prostituta” (Jeremías 2:20; Ezequiel 16:15; Oseas 4:14-15). Y en el libro de Apocalipsis, acerca del sistema maligno llamado Babilonia la Grande, Juan nos escribe:

“Y vi a una MUJER sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia… y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA” (Apocalipsis 17:3, 5).

Estas referencias a una ramera también nos recuerdan a Jezabel, quien sedujo a Israel a las formas más despreciables de adoración a Baal. Cuando Jehú se encuentra con Joram, hijo de Jezabel, el rey quería saber si éste venía en paz, a lo cual Jehú respondió:

“¿Qué paz, con las FORNICACIONES de JEZABEL tu madre, y sus muchas hechicerías” (2 Reyes 9:22).

Jezabel era tan mala a los ojos de Jehová que en Israel su nombre se convirtió en sinónimo de idolatría y falsa adoración. Ella es mencionada en el Nuevo Testamento en una de las cartas a las iglesias en el libro de Apocalipsis, específicamente a la iglesia de Tiatira (Apocalipsis 2:20-24). De hecho, aparenta existir un patrón que une a estas cartas a las iglesias con las parábolas de Mateo 13. Por ejemplo, hay siete iglesias y siete parábolas. En solo una de estas cartas encontramos la mención de una mujer, y solo una de las parábolas menciona a una mujer. En ambos casos, la mujer es malvada. La carta a Tiatira es la cuarta en la serie de siete, y asombrosamente, el cuarto relato en Mateo 13 es la ¡parábola de la levadura! Nada de esto es simple coincidencia.

A pesar de que las parábolas en Mateo 13 se refieren al reino de los cielos, estamos viendo que en realidad son una serie de advertencias pertinentes a lo que algunos han llamado "eras de la Iglesia". En Apocalipsis 2 y 3, las cartas son dirigidas a siete iglesias existentes en Asia Menor. Así que, en realidad, las siete cartas hablan del mismo asunto tal como en las parábolas en Mateo 13, particularmente ¡la Iglesia y su obra, además de su condición!

Ahora observemos detenidamente cómo las primeras cuatro iglesias en Apocalipsis 2 guardan estrecha relación con las primeras cuatro parábolas en Mateo 13:

1. Iglesia en Éfeso

Leemos en Apocalipsis 2 donde Cristo dice:

“Yo conozco tus OBRAS, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser APÓSTOLES, y no lo son, y los has llamado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has TRABAJADO ARDUAMENTE por amor de mi nombre, y no has desmayado… Al que venciere, le daré a COMER del ÁRBOL DE LA VIDA” (Apocalipsis 2:2-3, 7).

Más que cualquiera de estas siete cartas, la primera, dirigida a la Iglesia en Éfeso, se enfoca en su labor en el Evangelio por el nombre de Cristo. Esto efectivamente corresponde a la cosecha de la buena semilla en la primera parábola de Mateo 13. La carta a Éfeso también es la única del grupo en que se menciona la palabra apóstoles. En este caso referente a un falso apóstol, pero un falso apóstol implica que había verdaderos apóstoles también. El hecho que originalmente la difusión del Evangelio fue realizado precisamente por los apóstoles es muy significativo, pues conecta la primera parábola con la primera carta a las iglesias.

La correspondencia con Éfeso concluye con la única promesa dentro de las siete cartas en relación con algo que crece de la tierra, particularmente aquí, el árbol de la vida, el cual estaba en el Huerto del Edén. En la primera parábola de Mateo 13, por supuesto, el sujeto tiene todo que ver con lo que crece de la tierra y se come.

2. Iglesia en Esmirna

La segunda carta es dedicada a Esmirna, y dice:

“Yo conozco tus obras, y tu TRIBULACIÓN, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la BLASFEMIA de los que se DICEN ser JUDÍOS, y NO LO SON, sino SINAGOGA DE SATANÁS. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados… El que venciere, no sufrirá daño de la SEGUNDA MUERTE (Apocalipsis 2:9-11).

La segunda parábola de Mateo 13 trata con el problema de la cizaña -- hermanos falsos, quienes están entremezclados con los verdaderos creyentes. Aparentan ser justos y auténticos, pero en realidad son impostores, precisamente como los que se dicen ser judíos, ¡y no lo son!

La carta a Esmirna recalca el sufrimiento, pruebas, tribulaciones, persecuciones – exactamente el tipo de comportamiento que un falso cristiano infligiría sobre los verdaderos santos, lo cual muy bien se puede anticipar. Y en la segunda carta concluye con una referencia a ser protegido de la “segunda muerte”, la cual está asociada con el lago de fuego. ¿Recordamos cuál era el destino de la cizaña en la parábola de Mateo 13? ¡Es recogida y quemada!

3. Iglesia en Pérgamo

En la carta a la Iglesia en Pérgamo, otra ciudad localizada en la antigua ruta de correspondencia en Asia Menor, leemos lo siguiente:

“Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el TRONO DE SATANÁS; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la DOCTRINA DE BALAAM, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la DOCTRINA DE LOS NICOLAÍTAS, la que yo aborrezco” (Apocalipsis 2:13-15).

Debemos notar que en esta tercera carta se introducen dos falsas doctrinas, la de Balaam y la de los Nicolaítas, las cuales son observadas entre los creyentes. En su corta epístola, Judas advierte a los hermanos que los falsos maestros se han infiltrado entre los verdaderos creyentes, corrompiendo la pura verdad de las Escrituras y el mensaje del Evangelio. De hecho, él es inspirado a exhortar fuertemente a sus lectores a "que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos" (v.3). En otras palabras, las circunstancias han llegado a su máxima situación crítica, pues tal como la Iglesia se ha ido desarrollando lentamente, no así la falsa fe, que ha evolucionado mucho más rápido, al punto que el verdadero Cuerpo está al borde de ser tomado por el falso. Cuando Judas le suplica a los hermanos a contender ardientemente por la fe original, la palabra griega usada epagonizomai, significa “luchar fuertemente por”, “estar en agonía por”. Estas son palabras fuertes y son la más clara indicación de la poderosa influencia que la oposición ya había logrado en esos tiempos del primer siglo. ¡La fe verdadera estaba en peligro de ser exterminada!

Dentro de la discusión de esta situación tan crítica, Judas hace mención del error de Balaam en el siguiente pasaje:

“¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por LUCRO en el ERROR DE BALAAM, y perecieron en la contradicción de Coré” (Judas 11).

Bien podemos recordar que Balaam era un vidente pagano de renombre en el área de Mesopotamia al sur de Carquemis. En Números, capítulo 22, leemos que su ayuda fue alistada por Balac, Rey de Moab, quien se había alarmado a causa del campamento de Israel en el colindante Valle del Jordán. Le ofreció a Balaam dinero si él profetizaba en contra de Israel, oferta que Balaam eventualmente aceptó, aunque no le fue permitido por Jehová pronunciar mal sobre los israelitas.

Mientras un cierto aire de misterio rodea a Balaam en el Antiguo Testamento, no nos queda duda de su carácter. Él es pintado como el arquetipo de los falsos maestros, quienes se infiltraron en la Iglesia primitiva, pervirtiendo la verdad por ganancia personal, una práctica que a través de los años se ha convertido en el estándar del cristianismo profeso.

Con respecto a la otra falsa doctrina mencionada en la carta a Pérgamo, la de los Nicolaítas, la definición del gentilicio “Nicolaita” en sí identifica la naturaleza de este mal -- se compone de dos palabras griegas, nikao que significa conquistar, y lao que se define como laicado. Nicolaíta entonces quiere decir conquistar el laicado, o más claramente, enseñorearse de los creyentes. La presencia de la doctrina de los Nicolaítas en las últimas etapas del primer siglo revela que el más miserable y perjudicial de todos los males estaba ya invadiendo a la verdadera Iglesia.

Para que esta práctica llegara a dominar se requirió que el principio satánico de “divide y vencerás” fuese empleado por los autores de un sistema falso de adoración. Y esto es precisamente lo que ocurrió. Gradualmente, falsos maestros se posesionaron en prominencia y comenzaron a asumir autoridad contrario a las claras instrucciones del Mesías mismo, quien instruye a los suyos que “no sería así entre ellos”, tal como leemos en Marcos 10:42-43:

“Mas Jesús, llamándolos [a Sus discípulos], les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero NO SERÁ ASÍ ENTRE VOSOTROS, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

Debe venir a nuestra mente la exhortación del apóstol Pedro, quien nos dice: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2:21).

La condición de “señorío” en la iglesia siempre crea una división entre el clero y la feligresía. Esto, por cierto, fue nada más que una sutil transferencia del antiguo enfoque babilónico, donde había dos clases de personas -- los sacerdotes, quienes eran los guardianes de los misterios, y las masas. Este sistema de control eventualmente se convirtió en la norma de lo que se ha llamado “cristianismo”. Cualquier creyente verdadero que se opuso fue excomulgado sumariamente y tratado con severidad. Para el tiempo de Constantino, toda cautela se esfuma y la Iglesia Católica Romana emerge como el sistema religioso poderoso que ha controlado el cristianismo profeso desde ese momento en adelante hasta hoy.

Las dos falsas doctrinas, la de Balaam y la de los Nicolaítas, ambas sobresalientes en la carta a la Iglesia en Pérgamo, concuerdan perfectamente con la parábola de la semilla de mostaza en Mateo 13. El árbol en este relato representa el grande, poderoso, falso sistema religioso de largo alcance que está directamente conectado con los misterios de la antigua Babilonia, encarnado en el árbol del sueño del rey Nabucodonosor en Daniel 4. Las aves que anidan en las ramas altas del árbol representan a los líderes y controladores satánicamente facultados de este sistema diabólico.

Recordemos también que en la carta a la Iglesia en Pérgamo, se menciona el trono de Satanás (Apocalipsis 2:13). La palabra griega para trono es thronos y está conectada con "poder" y "autoridad", los mismos asuntos envueltos tanto en la doctrina de Balaam y los Nicolaítas, y las aves malvadas en Mateo 13.

4. Iglesia en Tiatira

Juan escribe lo siguiente a la Iglesia en Tiatira:

“Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos… He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón” (Apocalipsis 2:19-20, 22-23).

Ya hemos establecido una directa conexión entre la cuarta carta de Apocalipsis 2 y la cuarta parábola en Mateo 13. No solo tenemos el simbolismo de Jezabel/mujer malvada en ambos pasajes, sino también el hecho de que ambas están en el punto medio en sus respectivas series de siete. Esto es significativo porque en la Biblia el punto medio en muchos grupos de siete parece ser de crítica importancia. Vemos esto tanto en buenas como en adversas situaciones, es decir, los últimos siete años de tribulación dividido al crucial punto medio, o las siete ramas de la menorá con la cuarta o central vela que es la más alta que representa al Mesías.

En la cuarta parábola, la mujer esconde levadura en la harina. En la carta a Tiatira, podemos percibir claramente lo que la levadura es realmente, pues la mujer Jezabel es caracterizada como una falsa profetiza quien seduce al pueblo de Dios, causándoles que cometan fornicación espiritual (idolatría).

Un final enlace puede verse en el hecho de que la parábola de la levadura está escondida, y en la cuarta carta Jesús se refiere a Él mismo como el que escudriña la mente y el corazón. No se puede buscar aquello que no está escondido. Obviamente si el Mesías está escudriñando Su Cuerpo, Él va a descubrir algo maligno y corrupto que no está a plena vista, o quizás dicho de otra manera, que se disfraza como la Iglesia verdadera, que, como bien entendemos, ¡el enclave secreto es Satanás mismo!

La mujer en la parábola de la levadura es indicativa de una iglesia falsa o sistema religioso que utiliza intriga, seducción, y engaño para ocultar dentro del verdadero Cuerpo de los santos la levadura de falsa adoración o falsa doctrina. Cuando el Mesías viene a la escena, inmediatamente siente que este sistema maligno ya había comenzado a permear la mentalidad y práctica judías. Es por esto que Él advirtió a sus primeros discípulos que se guardaran de la levadura de los fariseos, saduceos y Herodes, porque estos formaban el núcleo del liderazgo, influencia y control en Judea del primer siglo, y la levadura (falsa doctrina) estaba ya activamente presente en estas áreas.

La influencia corruptora de este sistema religioso Babilónico/Helénico sobre aquellos que se convirtieron en seguidores de Jesús prontamente se hizo evidente al comenzar el primer siglo, y el Mesías es cuidadoso al advertir a los discípulos qué circunstancias esperar. Y absolutamente nada ha cambiado desde que Él habló estas palabras hace casi 2,000 años, excepto que la mujer es más poderosa que nunca, tanto que es innegable la realidad de que ahora ¡la levadura ha leudado virtualmente toda la masa!

 

LA PARÁBOLA DEL TESORO ESCONDIDO

Al movernos a la quinta de las siete parábolas del reino en Mateo 13 hay un cambio de escenario. Vemos esto plenamente en el siguiente pasaje:

“Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba… Entonces, DESPEDIDA la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus DISCÍPULOS, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo” (Mateo 13:34, 36).

Nada sucede en las Escrituras por accidente o mera coincidencia. Todo tiene significado, incluyendo el cambio de escenario en esta narrativa. Las primeras cuatro parábolas fueron habladas con las multitudes presentes; las últimas tres fueron dadas solamente en la presencia de los discípulos. Hay una razón para estas circunstancias.

En las primeras cuatro parábolas bien se pudiera decir que Cristo pintó un cuadro de las cosas bastante deprimente, incluyendo el hecho de que la mayor parte de la semilla sembrada no sería productiva debido a ciertas circunstancias adversas: que el enemigo sembraría su propia mala o falsa semilla junto con la buena, que el trabajo que el Mesías comenzó sería invadido y tomado por fuerzas malignas que lo convertirían en una monstruosidad (el cristianismo engañoso y corrupto) en la tierra, y finalmente que el gran sistema falso buscaría corromper todo lo que es bueno, y tal como la levadura funciona, leudaría exitosamente TODA ACTIVIDAD de la “masa humana”. Todo, claro, absolutamente cierto, pero no necesariamente las palabras más alentadoras.

Así que, Jesús envía la multitud fuera y se reúne con sus discípulos en privado. Tomemos nota de que las siete parábolas de Mateo 13 que estamos discutiendo, exactamente cuatro fueron dichas mientras la multitud, o digamos el mundo, estaba presente; pero las últimas tres son dadas solo a los verdaderos creyentes. Esto es interesante en que, como muchos números específicos en la Biblia, el cuatro tiene un significado especial. Es el número del mundo (cuatro esquinas de la tierra, cuatro puntos cardinales, cuatro estaciones del año, cuatro fases de la luna, cuatro divisiones del día, cuatro elementos de la tierra, etc.). Por ende es apropiado que el Mesías trazara una línea después de la cuarta parábola y despachara a la multitud (el mundo). Por otro lado, bien sabemos, que tres es un número asociado mucho más con la presencia y perfección divina (al contrastarse con siete o perfección espiritual). Jesús entonces se vuelve a sus discípulos y, muy apropiadamente les pronuncia dos parábolas muy especiales, muy diferentes de los primeros cuatro relatos en que son muy positivas y alentadoras.

Además, en las parábolas de la semilla de mostaza y la levadura, hemos visto un enfoque, una explicación y un significado muy diferente al comúnmente asumido y aceptado. También encontraremos esto en el quinto y sexto relato del Reino.

La parábola del tesoro escondido es quizás demasiado familiar, debido a que la mayoría de los lectores toman por cierta la explicación típicamente aceptada. Virtualmente sin pensar, muchos dan su propia interpretación de la analogía presentada por Jesús simplemente porque el significado aparenta ser tan obvio, pero, ¿de verdad que es así? He aquí el corto relato reportado en Mateo:

“Además, el reino de los cielos es semejante a un TESORO escondido en un CAMPO, el cual un HOMBRE halla, y lo ESCONDE de nuevo; y gozoso por ello va y VENDE TODO lo que tiene, y COMPRA aquel CAMPO” (Mateo 13:44).

Ahí está la parábola del tesoro escondido -- un solo versículo. Pero tal como el mismo tesoro escondido, hay mucha verdad escondida en este breve relato, cuya explicación que se ofrece en este estudio va a diferir de lo comúnmente aceptado.

El significado aparenta ser sencillo, directo y obvio -- el reino de los cielos es el tesoro que está escondido, el hombre de la parábola es alguien llamado por Dios quien, cuando se da cuenta de lo que encuentra, se apresura a vender todo lo que tiene para obtenerlo. ¡Fin! Bueno… no tan rápido.

Primero que nada, ninguna de las parábolas que hemos discutido hasta ahora puede ser explicada con tanta sencillez y facilidad, y ninguna de ellas ha lidiado con el reino futuro que el Mesías establecerá en la tierra a su segunda venida, sino más bien acerca de personas, eventos y cosas pertenecientes a la era de la Iglesia -- el periodo entre la primera y segunda venidas del Mesías.

Segundo, estamos obligados a identificar cuidadosamente los aspectos claves de esta parábola, y no simplemente asumir lo que ya sabemos es la explicación popular. A pesar de que este relato es de un solo versículo, hay varias palabras que debemos definir. De acuerdo, el tesoro muy bien puede ser igualado al reino. Sin ningún otro dato, uno podría asumir esto como cierto, y no habría ninguna señal inmediata de que un posible error en discernimiento puede haber ocurrido. Debemos reservar el juzgar la identidad del tesoro hasta tener más información.

El tesoro está localizado en un campo. Si podemos determinar el simbolismo correcto para esta particular palabra, nos va a ayudar a llegar a la conclusión correcta respecto a este relato. Escogí el campo, en vez de otras palabras claves porque ya tenemos un precedente divino establecido en relación a este elemento, dentro del mismo contexto del capítulo, pues encontramos un campo en dos de las parábolas anteriores en Mateo 13. Y, muy consideradamente, una de ellas tiene una explicación detallada. En ambas ocasiones, el significado del campo es el mismo. Tomemos nota del siguiente pasaje en relación a la parábola de la cizaña:

“Respondiendo Él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El CAMPO es el MUNDO…” (Mateo 13:37-38).

¡El campo es el mundo! ¡Qué interesante! Esta interpretación nos es bien útil, especialmente por lo que podemos excluir. En la interpretación típicamente aceptada, el campo nunca es igualado con el mundo. ¿Por qué? Simplemente porque la mayoría de las personas asumen que el tesoro debe ser o el Reino o el Evangelio, y es lógico que ninguno de estos estaría escondido en un campo que representara el mundo. Al fin y al cabo... ¿están el Reino o el Evangelio escondidos en el mundo? -- ¡Disparate! Y esta lógica es totalmente razonable, si, claro está, la suposición inicial es correcta -- pronto veremos que ciertamente ¡NO LO ES!

Así que, de acuerdo a la declaración de Cristo, el campo es igualado al mundo en la parábola de la cizaña. También tenemos un campo en la parábola de la semilla de mostaza, y como ya hemos concluido, éste también es simbólico del mundo. Por lo tanto, nosotros estamos en tierra segura y sólida al aceptar esta misma interpretación y aplicarla a la parábola del tesoro escondido.

Si el campo representa el mundo, entonces el tesoro en este relato no es el Reino. Y ya con estos dos datos a la vista, está claro que la interpretación típicamente aceptada de esta parábola no puede ser cierta. ¿Será posible identificar correctamente al menos otro aspecto de esta alegoría dentro del mismo contexto en Mateo 13? Claro que sí. Y esto es de suma importancia ya que la interpretación se deriva de las palabras del mismo Mesías dentro del mismo discurso bajo estudio. Esto nos dará una base mucho más sólida para determinar la manera correcta de entender esta parábola.

Uno de los personajes claves en Mateo 13:44 es el hombre que encuentra el tesoro escondido. Si conocemos su identidad, podremos descifrar correctamente los demás factores. Tradicionalmente se supone que el hombre representa al típico creyente, quien ha sido llamado, y a quien la verdad le ha sido revelada. Veamos si esta interpretación es correcta. ¿Hay algún hombre que juega un papel en alguno de los primeros cuatro relatos? ¡Claro que sí! En la parábola de la cizaña leemos:

“Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un HOMBRE que sembró buena semilla en su campo” (Mateo 13:24).

Un poco después en la narrativa los discípulos se acercan a Jesús y le piden que les explique la parábola. Notemos su respuesta:

“Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el HIJO DEL HOMBRE” (Mateo 13:37).

En otras palabras, ¡queda claramente establecido que el hombre en la parábola de la cizaña es el Mesías! De hecho, aun si regresamos a la primera parábola, el principal segador es también el Mesías.

El campo en el cual el tesoro está escondido es el mundo, y el hombre que lo encuentra es el Mesías, quien entonces vende todo lo que tiene para comprar el campo; pero aún necesitamos identificar el tesoro. Tenemos una gran pista en el hecho de que es Cristo quien lo encuentra. Además, tenemos que darle importancia a dos hechos: que el tesoro está escondido cuando es encontrado, y que una vez que el tesoro es encontrado por el hombre, éste va y lo esconde de nuevo. Tenemos una última pista muy reveladora, porque el hombre (el Mesías) lo vende todo para comprar el tesoro. Meditemos en esta información por un momento porque parece que la contestación al significado correcto del “TESORO” en la parábola está a la vuelta.

Con respecto al aspecto escondido del tesoro, ¿será correcto decir que el Reino de los Cielos o el Evangelio o hasta Cristo mismo son los que están escondidos? O mejor aún, ¿no son estos mismos los que nos son revelados? ¡Claro que lo son! El Mesías vino a revelar, no a encubrir. Ciertamente, cuando fue arrestado, Caifás, el sumo sacerdote, interrogó al Mesías con respecto a sus discípulos y su doctrina, a lo cual el Mesías declaró:

“Yo PÚBLICAMENTE he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y NADA HE HABLADO EN OCULTO” (Juan 18:20).

Además, Él instruyó a sus seguidores a hacer lo mismo:

“Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la LUZ; y lo que oís al oído, PROCLAMADLO desde las AZOTEAS” (Mateo 10:26-27).

Continuando, ¿qué posible tesoro puede ser tan valioso que el mismo Jesús lo daría todo a fin de que lo pudiese comprar? Aunque no tuviésemos otras razones para excluir que el tesoro sea el Evangelio o el Reino, podemos hacerlo basados en el simple hecho de que el tesoro es comprado por un precio. Esto no cuadra con el Reino o el Evangelio, ya que de acuerdo con la Biblia, estos son gratuitos. ¡Definitivamente no están A LA VENTA! ¿Con qué podría un simple ser humano costearse alguno de estos atributos? Aunque incontables personas han hecho de la fe una mercancía, las Escrituras nos enseñan: “De gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8).

Por otra parte, ¿nos enseña la Biblia si algo o alguien es considerado por Dios como un tesoro? Después de todo, Él es rico en gran manera. Aun así la respuesta es un enfático sí, pues leemos en Éxodo 19 estas maravillosas palabras:

“Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de JACOB, y anunciarás a los hijos de ISRAEL: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi ESPECIAL TESORO sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Éxodo. 19:3-6).

¡Sí, Israel es el TESORO del Todopoderoso! En el Salmo 135 leemos lo mismo:

“Alabad a JAH, porque él es bueno; Cantad salmos a su nombre, porque él es benigno. Porque JAH ha escogido a JACOB para sí, A Israel por POSESIÓN SUYA” (Salmos. 135:3-4).

De hecho, ¡Israel es el único pueblo o nación en las Escrituras que es llamado TESORO! Por lo tanto, si permitimos que las mismas Escrituras expliquen sus términos, podemos tener la certeza respecto del TESORO en la parábola de Mateo 13. Ya que sabemos que el campo en el cual el tesoro fue escondido es el mundo, Deuteronomio 32:8-9 debe tomar una mayor dimensión en nuestro entendimiento, cuando leemos:

“Hubo una vez en que el Altísimo hizo reparto de hombres y naciones, y fijó las fronteras de los pueblos. Pero tomó en cuenta a los israelitas, pues la herencia del Señor, la gente suya, es el pueblo de Jacob” (Deuteronomio 32:8-9, versión DHH).

¿Cómo, pues, podemos entender que este tesoro estaba escondido? Bueno, de cierta manera lo estuvo. Vemos esto temprano, aún desde el principio mismo, en Génesis 3, cuando Adán y Eva pecaron:

“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se ESCONDIERON de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Génesis 3:7-8).

El pueblo, los siervos de Dios, aparentemente desde tiempo antiguo han sido escondidos, o se han escondido ellos mismos. Observamos esto en Abraham quien fue escondido en Ur de los Caldeos, en Jacob quien estuvo escondido durante años de servidumbre a Labán, en José a quien escondieron en las prisiones de Egipto, en Moisés quien fue escondido como un pastor común por 40 años en el Desierto de Madián, y en los hijos de ISRAEL, quienes fueron escondidos durante más de cuatro siglos en las profundas vicisitudes de la esclavitud de Egipto.

Después de su liberación de la tiranía, Dios advierte a su pueblo Israel qué les pasaría si no le obedecían, diciéndoles:

“Si aun con esto no me oyereis, sino que procediereis conmigo en oposición… Asolaré también la tierra, y se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren; y a vosotros os ESPARCIRÉ [esconderé] entre las naciones…” (Levítico 26:27, 32-33).

Después de la muerte de Salomón, la monarquía unida fue destruida, arrancada. Para el año 722 a.C. las diez tribus del norte fueron conquistadas y llevadas en cautiverio a Asiria, y la mayor parte de la Casa de Israel fue absorbida nuevamente en el mundo, como quien dice, “el reino de Israel quedó escondido entre los paganos”, tal como Dios lo había advertido. Y para el primer siglo d.C., el reino del sur, la Casa de Judá, habiendo soportado cautividad en Babilonia, fue acosado por Persia, Grecia y, bajo control romano, estaba en cierta manera, también “escondido” en el mundo.

Entonces el Mesías aparece en la escena, y ¿a quién Él viene? Juan 1 nos dice:

“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A LO SUYO vino, y LOS SUYOS NO LE RECIBIERON” (Juan 1:10-11).

Recordemos también que Cristo declaró: “Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de ISRAEL” (Mateo 15:24).

Pero cuando el hombre (el Mesías) encontró el tesoro escondido (Israel), ¿qué pasó? La escritura que leímos nos da la respuesta: “los suyos no le recibieron.” ¡En efecto, Israel rechazó al verdadero Mesías! Y el hecho de que el propio pueblo de Dios no quiso o no pudo aceptar al Mesías resultó en que Él ESCONDIÓ el tesoro otra vez.

Para mejor entendimiento de qué es lo que se quiere decir con “esconder el tesoro”, el apóstol Pablo lo explica de la siguiente manera:

“Verdad digo en Cristo… que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón... por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas… Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios… ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado… Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa y en red, En tropezadero y en retribución… Sean oscurecidos sus ojos para que no vean… Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen [para siempre]? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles… No te jactes [gentiles] contra las ramas [Israel]… Pues las ramas, dirás, FUERON DESGAJADAS [ESCONDITE de Israel] para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme” (Romanos 9:1-4; 10:3; 11:7; 9-11, 18-20).

Que Israel rechazara al Mesías, que se negaran a someterse a la justicia de Dios, y que insistieran en establecer su propia bondad, su propia justicia, resultaría en que sus ramas fueran cortadas del árbol. Esto en efecto constituye el escondrijo del TESORO (Israel) nuevamente por el HOMBRE (Cristo), que lo había comprado antes. Al transcurrir tan solo una generación del tiempo de Cristo la guerra devastó al pueblo judío, y para el año 70 d.C. los romanos destruyeron el templo y saquearon a Jerusalén. Los judíos fueron dispersos, diseminados por toda la tierra finalmente por el año 135 d.C. Sin embargo, cuando regresamos a la parábola, vemos que concluye con las palabras: “GOZOSO por ello [el Mesías] va y vende TODO lo que tiene, y COMPRA aquel campo.” ¡En palabras de espiritual ESPERANZA, esta historia tiene un final feliz! Recuerde que el campo es el mundo, y ciertamente es tan así que el Mesías compró el mundo, como está escrito:

“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo POBRE, [vendió todo lo que tenía, siendo RICO EN GRACIA], para que vosotros [gentiles] con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9). ¡Ciertamente, israelitas y gentiles -- TODO EL MUNDO fue comprado por el Redentor del mundo!

Y para concluir, regresemos a las palabras de Pablo en Romanos 11, donde él dice en relación a Israel:

“Porque si su exclusión [escondite de Israel] es la reconciliación del mundo, ¿qué será su ADMISIÓN, sino VIDA DE ENTRE LOS MUERTOS? Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. …Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados… Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio… que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego TODO ISRAEL SERÁ SALVO… ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:15-16, 23, 25-27, 33.)

 

LA PARÁBOLA DE LA PERLA DE GRAN PRECIO

La sexta parábola de Mateo 13 se parece mucho a la que acabamos de examinar, la cual mucha gente simplemente admite que significan la misma cosa. Una cuidadosa exégesis, sin embargo, revela ciertas diferencias que le dan a la parábola de LA PERLA DE GRAN PRECIO una interpretación diferente. Esta también es muy breve, y lee como sigue:

“También el reino de los cielos es semejante a un MERCADER QUE BUSCA BUENAS PERLAS, que habiendo hallado una PERLA preciosa, fue y vendió TODO lo que tenía, y la COMPRÓ” (Mateo 13:45-46).

De nuevo, como en varios de los casos anteriores, este relato necesita ser visto desde una nueva perspectiva, porque el entendimiento tradicional es sospechoso. La mayoría de los predicadores, maestros, y lectores de la Biblia generalmente interpretan la perla de gran precio como que es o el Reino, o Cristo, o la salvación, y por consiguiente, el mercader (comerciante) forzosamente tiene que ser el símbolo de la humanidad pecadora. Esto parece estar bien, sin embargo esta explicación tiene problemas. Examinemos los aspectos principales de esta parábola.

Como en algunos de los relatos anteriores de este capítulo, hay cierto hombre involucrado. Si permitimos que el simbolismo sea consistente a través de todo el pasaje, podemos concluir desde ya que el hombre comerciante es el Mesías.

Notemos que el hombre viene buscando algo. Aquí nos encontramos con una complicación con respecto del entendimiento aceptado de esta parábola. Las Escrituras no permiten que la perla sea, ni el Salvador ni la salvación ni el Reino, porque el hombre viene buscando la perla, y la Palabra Divina es clara en que la humanidad pecadora no es buena y no busca naturalmente lo que es de Dios; más bien nos enseña que es Dios quien llama y escoge a los seres humanos. El Mesías claramente dice:

“NINGUNO puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan.6:44).

Y nuevamente el Mesías les dice a sus discípulos: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros” (Juan 15:16).

Y Pablo reafirma esta verdad cuando escribe:

“¿Qué, pues? ¿Somos nosotros [judíos] mejores que ellos [gentiles]? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS” (Romanos 3:9-11).

En la parábola, el hombre es llamado MERCADER (comerciante), alguien quien tiene por profesión dedicarse a buscar cosas de valor, que merezcan que se las compre. Y, como buen comerciante, este hombre tiene en su posesión el precio de compra. A pesar de que la perla es de gran valor, él la puede pagar, pero claramente tiene un alto costo, pues se nos dice que el “vendió todo lo que tenía, y la compró”.

Si el Mesías cumple el tipo de hombre comerciante en este relato, ¿quiénes o qué son entonces las "buenas perlas" que Él está buscando? Ya la respuesta se nos hace obvia, especialmente cuando consideramos las enseñanzas de Pablo, quien en dos ocasiones en su primera epístola a los Corintios hace referencia a este objeto de gran precio:

“Porque habéis sido COMPRADOS por PRECIO [verdaderos creyentes y seguidores del Mesías]; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1Corintios 6:20).

“Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo. Por PRECIO FUISTEIS COMPRADOS; no os hagáis esclavos de los hombres” (1Corintios 7:22-23).

Y, por supuesto, ese precio fue la renunciación A TODO por parte del Mesías, por ti y por mí. De nuevo es Pablo el que más elocuentemente habla de este hecho. En su despedida a los ancianos de Éfeso, les implora, diciéndoles:

“Y ahora estoy seguro de que ninguno de ustedes, entre quienes he anunciado el reino de Dios, me volverá a ver. Por esto quiero decirles hoy que no me siento culpable respecto de ninguno, porque les he anunciado todo el plan de Dios, sin ocultarles nada. Por lo tanto, estén atentos y cuiden de toda la congregación, en la cual el Espíritu Santo los ha puesto como pastores para que cuiden de la iglesia de Dios, que ÉL COMPRÓ CON SU PROPIA SANGRE” (Hechos 20:25-28, DHH).

He aquí la identidad correcta de la perla de gran precio: ¡ES LA VERDADERA IGLESIA -- LOS SANTOS DE DIOS! Ellos son a los que el Mesías vino buscando, y quienes han sido comprados con el precio más alto posible, porque el Mesías renunció a TODO lo que tenía -- ¡RENUNCIÓ A LA GLORIA QUE EL PADRE LE HABÍA DADO DESDE ANTES DE LA FUNDACIÓN DEL MUNDO, TODO ELLO, ¡POR NOSOTROS! (Estudiar meditativamente Filipenses 2:5-11, y el capítulo 17 de Juan.)

Pero, ¿por qué escoger a una “perla” como representación de los llamados?

Todos estamos familiarizados con el hecho de que las piedras preciosas pueden ser cortadas o divididas. Esto aplica a los diamantes, rubíes, zafiros, esmeraldas; y así también a los metales valiosos como el platino, oro y la plata. Cuando estos minerales costosos son divididos, no necesariamente pierden su valor. Si divides un diamante en la mitad, tienes dos diamantes o una sola piedra más valiosa aun. Pero esta cualidad no está presente en una perla. Si una perla se corta, es destruida, razón por la cual Cristo escogió esta gema preciosa como símbolo de la verdadera asamblea de los santos, ¡la cual no puede ser dividida! La perla entonces simboliza la unidad de los creyentes como leemos en Gálatas 3:

“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois UNO en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28. También estudiar, con detenimiento, meditativamente, por segunda y “sin-cuenta” veces, todo el capítulo 17 de Juan).

Además, ¡una perla es única en el mundo de las piedras preciosas porque es la única gema que es un producto de una criatura viviente, y se produce como resultado de sufrimiento! Por así decirlo, la ostra es herida por un grano de arena introducido en su costado. La perla es el producto de una ostra herida. Nosotros, como santos, ciertamente somos el fruto del sufrimiento de nuestro Salvador. Él también fue herido en el costado. Y como la perla, los verdaderos creyentes en última instancia reciben la más hermosa de las cubiertas (protección), no la del nácar emanado por una ostra, sino ¡por la sangre y el agua que fluyó del costado traspasado de Emanuel!

La perla toma mucho tiempo en crearse, se forma gradualmente, así como el cuerpo del Mesías, lenta, metódicamente siendo elaborada durante varios años. La perla tiene el más humilde de los comienzos en el fango y la inmundicia del mar o el río. Pablo escribe a los verdaderos creyentes, recordándonos:

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios. 2:1-3).

La formación de la perla se realiza sin ser detectada por ojos humanos, sin ser vista por el mundo, por lo que somos enfáticamente instruidos:

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra VIDA ESTÁ ESCONDIDA CON CRISTO EN DIOS” (Colosenses 3:1-3).

La parábola de la perla de gran precio es una analogía perfecta de la verdadera Iglesia de Dios, tanto individual como colectivamente, a través del mundo y la historia. Al final, eso que era nada, será presentado al Mesías como una bella novia sin mancha -- ciertamente una piedra rara y preciosa, como está escrito:

“Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial TESORO, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve” (Malaquías 3:16-17).

 

LA PARÁBOLA DE LA RED

La séptima parábola del reino, en Mateo 13, es de una gran red de pescar. En este capítulo, su significado es quizás más directo que las otras, pero aún hay aspectos que merecen nuestro escrutinio. Primero el relato:

“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13:47-50).

Los elementos claves de esta parábola son bastante fáciles de identificar, así que no necesitamos dedicar mucho tiempo y espacio con una explicación extensa. El escenario es en el agua, e implica la tarea de pescar. Como todos sabemos, varios de los apóstoles originales eran pescadores de profesión, quienes ejercían su oficio en el Mar de Galilea, un local que sirve como escenario para varios eventos en la vida y ministerio del Mesías, incluyendo esta parábola.

Temprano, cuando Jesús estaba listo para comenzar a seleccionar a sus discípulos, leemos en el evangelio según Marcos:

“Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis PESCADORES DE HOMBRES. Y dejando luego sus redes, le siguieron. Pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en la barca, que remendaban las redes. Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron” (Marcos 1:16-20).

Estos primeros discípulos pudieron haber dejado sus redes y barcos para seguir a Cristo, pero nunca dejaron de ser pescadores, pues ahora aprendieron a pescar otro tipo de pez -- el tipo del que se habla en la parábola de la red en Mateo 13.

La red usada por los pescadores en la Galilea del primer siglo era a menudo bastante grande, hasta más de un kilómetro de largo, con flotadores atados en el perímetro, y pesas atadas a las demás partes. La red en esta parábola es simbólica del Evangelio -- las buenas nuevas de Jesús el Salvador, la promesa de salvación, la realidad del Reino, el cumplimiento de las promesas, etc.

Esta parábola en particular es la única en la colección de Mateo 13 en que, implícitamente, se utiliza el término “ellos”, en referencia a “los pescadores”. En todos los demás casos el personaje clave es o un solo hombre, o en una ocasión, una mujer. En la parábola de la red, hay múltiples pescadores, lo que es muy diciente, pues más que en los relatos previos, aquí se habla, con mayor énfasis de la labor de los discípulos en el curso de las eras de la Iglesia.

También es interesante que los obreros o “jornaleros” se mantienen en el trasfondo del relato. En referencia a “todos”, es decir, los que fueron llamados a ser discípulos, junto con los “jornaleros”, obviamente pescadores también, son mencionados por Mateo solo con el pronombre anónimo “ellos”. Esto es apropiado e indicativo de la manera en que las cosas deben operar dentro del Cuerpo del Mesías. Por supuesto, en la práctica de muchos creyentes, tristemente este no es el caso. Los verdaderos servidores de Dios deben estar funcionando de una manera que no atraiga atención indebida a sí mismos, especialmente aquellos que son o están en autoridad, pues bien sabemos que hay personas que les gusta pensar en sí mismas, que les encanta recibir reconocimiento; y convenientemente a mucha, de hecho, a demasiada gente les encanta exaltar a sus líderes. Esta condición evoca la instrucción correctiva del apóstol Pablo a la Iglesia en Corinto, que dice:

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que NI el que planta es ALGO, NI el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1 Corintios 3:1, 4-7).

Los pescadores de la parábola están fuera de vista. Son discretos. No acaparan la tarima, no se deleitan en ser el centro de atención. No son adorados, ni tampoco toleran adoración de otros. Más bien, humildemente laboran duro cumpliendo con su responsabilidad. ¡Pluguiera a Dios que todos los “pescadores” en el Cuerpo de Cristo siguieran este ejemplo!

El mar, como en muchos casos en la Biblia, representa a las naciones y las gentes del mundo. En el mar hay peces de todo tipo -- limpios e inmundos. Mientras que el objetivo del pescador es atrapar buenos peces, no malos, el proceso requiere que la red sea echada al mar indiscriminadamente, lo cual resulta en que tanto peces buenos como malos quedan atrapados. Una vez recogen sus redes, los pescadores experimentados saben discernir las diferencias en la diversidad de peces.

Un buen pescador de hombres haría bien en emular a alguien como el apóstol Pablo, quien entendió claramente la naturaleza dual de su trabajo. Él tenía que echar la red en las aguas sin tener en cuenta qué atraparía, mientras que al mismo tiempo se enfoca en su meta principal -- la recuperación de los peces buenos. Aquí hay un par de pasajes de las cartas de Pablo que ilustran ambas tareas:

“…a TODOS me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1Corintios 9:22).

“Por tanto, todo lo soporto por AMOR DE LOS ESCOGIDOS, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna” (2 Timoteo 2:10).

Claro está, luego de haber transcurrido algún tiempo razonable para que cierta cantidad de peces sean atrapados, los pescadores pueden sacar la red del agua y discernir su contenido.

En primera instancia los peces buenos, o los escogidos, se encuentran ocultos de los siervos de Dios que echan sus redes. Sin embargo, mientras éstos continúan en la labor del Evangelio, “los peces” buenos se hacen evidentes.

Aquellos que laboran como pescadores en la parábola no son juzgados de acuerdo al número de buenos y malos peces recogidos. Su trabajo es simplemente echar las redes y sacarlas. No se les hace responsables si se encuentran malos peces con los buenos. No obstante, sí tienen esta responsabilidad cuando la red ya está en la orilla. Tienen que ser diestros en identificar lo bueno de lo malo. Como leemos en Hebreos:

“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios… Y todo aquel que participa de la leche es INEXPERTO en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el USO tienen los SENTIDOS EJERCITADOS EN EL DISCERNIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL” (Hebreos 5:12-14).

Las Escrituras requieren del creyente fiel que crezca, madure, que sea diestro en la palabra de justicia, que “ande en el camino de la perfección” (Salmos 101:6). De pronto Dios no espera ni requiere esto de aquellos que son nuevos en la fe, pero definitivamente sí de aquellos que han tenido una amplia oportunidad de crecimiento y desarrollo espiritual. Muchos de nosotros simplemente no consideramos que nuestro llamamiento sea una VOCACIÓN, más bien pensamos que sí es de importancia en nuestra vida, pero no tanto como algo que altere fundamentalmente nuestras actividades cotidianas. Esto es precisamente el problema que se está discutiendo en el capítulo 5 de Hebreos. Para Dios estas personas deben ser ya capaces de tomar responsabilidades de creyentes maduros, pero, lamentablemente, como está implícito en Hebreos 5, en algunos casos no fue así, pues no fueron capaces de hacerlo. ¿Y por qué? ¿Cuál fue la razón? El versículo 14 dice:

“…pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:14).

¡Lo que no se usa, se atrofia! Estos miembros del Cuerpo de Cristo se estancan en su crecimiento, porque no aprovechan la gran oportunidad de la presencia del ESPÍRITU DEL PADRE CREADOR quien quiere enseñarles la ESENCIA ESPIRITUAL del mensaje divino. ¡Se han acostumbrado “a la dieta suave de la comida para bebés”, es decir, a lo más simple, a lo elemental, en lugar de HACER CAMINO AL ANDAR, cayéndose y volviéndose a parar, y volver a caminar otra vez! Por lo tanto, sus sentidos no están propiamente desarrollados para discernir tanto el bien como el mal. No piensan que es deber de cada persona llamada, obedecer el mandato divino, tal como Pedro nos exhorta:

“Antes bien, CRECED en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo…” (2 Pedro 3:18).

En relación a esta parábola, los pescadores tenían que distinguir entre el pez bueno y el malo. Pero, ¿cómo? Veamos si podemos encontrar la respuesta leyendo el relato en el capítulo 11 de Levítico, donde el Bendito Padre Celestial, la Autoridad Suprema, nos imparte las instrucciones referentes a los alimentos limpios e inmundos provenientes del mar.

“Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas: todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, estos comeréis. Pero todos los que no tienen ALETAS NI ESCAMAS en el mar y en los ríos, así de todo lo que se mueve como de toda cosa viviente que está en las aguas, los tendréis en abominación. Os serán, pues, abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos” (Levítico 11:9-11).

Los pescadores judíos del primer siglo se basaban en este pasaje específico de la Escritura hebrea para determinar los peces buenos de los malos. El mismo principio aplica a los “pescadores espirituales”. Dos cosas se requieren para la vida marina limpia o buena -- ALETAS y ESCAMAS. Si una criatura marina no poseía ambos elementos esenciales, se declaraba no apta para consumo humano, y si era atrapada, se separaba de lo bueno y prontamente se descartaba. Precisamente así es en lo espiritual. Las aletas son apéndices como alas o remos unidos en varias partes del cuerpo de los peces y otros animales acuáticos. Se utilizan para tres necesidades fundamentales: propulsión, dirección y balance (equilibrio). Las escamas son las placas duras, huesudas, que forman parte de la cubierta exterior del pez. Su propósito es proveer protección, y un escudo exterior en contra de la presión y acción de las corrientes de las aguas mientras el pez va nadando por ellas. Y si las corrientes son turbulentas, más necesaria es la acción efectiva tanto de las escamas como también de las aletas.

Las aletas están relacionadas al poder interior del Espíritu que es capaz de impulsar exitosamente a un creyente verdadero a través de las corrientes de las aguas turbulentas de este mundo maligno, enseñándole a dirigir su vida, a cambiar dirección, huir del peligro, identificar ardides engañosos, y alcanzar un balance adecuado, lo cual va CREANDO en él, progresivamente, características espirituales, o más bien, ¡VIDA ESPIRITUAL!, cumpliéndose así el propósito para el cual fue creado originalmente.

Recordemos que a menos que estén muertos, los peces no flotan -- ellos nadan, a menudo contra la corriente, y un santo verdadero, un “buen pez espiritual”, va a estar activamente haciendo eso mismo; él no compromete la pura verdad de las Escrituras, especialmente cuando sus deseos o “supuestas necesidades carnales” le acosan. Es bien cauteloso en las decisiones que toma, pues con actitud analítica siempre busca sabios consejos. No va simplemente a condescender con el resto, para llevarse bien con el mundo que le rodea. De hecho, el verdadero creyente, el discípulo fiel va a nadar siempre en contra de la marea -- es decir, en contra de la manera y complacencia de la carne, cumpliendo así con el detalle bien importante de la ley -- EL CONTINUO SACRIFICIO (Éxodo 29:42; Números 28:3, etc.), concepto que tan bellamente el apóstol Pablo lo expresa, diciéndonos:

“Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como SACRIFICIO VIVO, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2, RVA 1995).

Las escamas son comparables con la armadura espiritual que el Misericordioso Padre Celestial les provee a Sus hijos para vestir. Mientras un pez limpio está vivo y bien de salud, nunca está sin sus escamas. Estas son su protección en contra de los elementos que encontrará en el agua. Un santo de Dios nunca debe estar sin sus “escamas espirituales”. Pablo nos exhorta: “Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las ARMAS de la luz” (Romanos 13:12). Y, por supuesto, en Efesios 6, él cuidadosamente hace un listado de las varias piezas de la armadura espiritual del creyente:

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el PODER [aletas] de su fuerza. Vestíos de toda la ARMADURA [escamas] de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo... ceñidos vuestros lomos con la VERDAD, y vestidos con la coraza de JUSTICIA, y calzados los pies con el apresto del EVANGELIO DE LA PAZ. Sobre todo, tomad el escudo de la FE, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la SALVACIÓN, y la espada del Espíritu, que es LA PALABRA DE DIOS; orando en todo tiempo, con toda ORACIÓN y SÚPLICA en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos...” (Efesios 6: 10-11, 14-18).

Ahí están todas las piezas de la armadura divina o escamas, cada una absolutamente necesaria si nosotros, que creemos, estamos dispuestos a resistir el ataque violento que sin duda encontraremos mientras somos impulsados a través de las aguas turbulentas de esta existencia física, al responder positivamente al “llamamiento celestial, supremo, santo, irrevocable de Dios.”

En la parábola de la red notemos que el pez bueno es separado del malo. Pablo resalta en 2 Corintios la siguiente instrucción:

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:14-18).

Los peces buenos son separados y entonces recogidos/reunidos en cestas. El recogido/reunión habla de nuestra asociación con cada uno, y con el Padre y el Hijo, pues leemos:

“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra REUNIÓN con Él, os rogamos, hermanos…” (2 Tesalonicenses 2:1)... “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:23-25).

Finalmente, los peces son separados y entonces reunidos, pero ¿reunidos en qué? “y una vez llena [la red], la sacan a la orilla; y sentados, RECOGEN lo bueno en CESTAS, y lo malo echan fuera” (Mateo 13:48). Una cesta puede ser definida como un simple contenedor, pero en las Escrituras este término nos habla de algo más importante y significativo. En el Nuevo Testamento hay dos tipos de palabras traducidas como “cesta”. El pasaje en Mateo 13:48 contiene la palabra griega aggeion. Es usada aquí y en solo otro lugar -- Mateo 25:4, donde leemos de la parábola de las diez vírgenes:

“…mas las prudentes tomaron aceite en sus VASIJAS, juntamente con sus lámparas.”

En este caso el aceite, típico de la instrucción o Ley de Dios, es depositado en un aggeion o contenedor para que siempre esté presente y listo para uso en la vida y llamado del creyente. La base de la palabra aggeion es el término griego agkale, que denota la curva, o ángulo interior del brazo, sugiriendo poder, fuerza y servicio. Para que los peces de nuestra parábola sean reunidos en un aggeion significa más que simplemente un tipo de tanque de depósito; es, en efecto, una señal, o llamado a estar preparados y armados (diestros) en la Ley del Legislador Supremo, el Padre de las misericordias. Es precisamente sobre esto que el apóstol Pablo exhorta al verdadero creyente: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

A pesar de que no hay mucha información disponible para corroborar las perspectivas ofrecidas en este estudio, fueron consultados para clarificación de algunos puntos, y mejor entendimiento en ciertas áreas, los trabajos de A. W. Pink y del Dr. Ernest L. Martin.

 

CONCLUSIÓN

En los tiempos antiguos, antes de la era del Nuevo Testamento, antes de los días de los profetas y del reino de David, antes del tiempo de Moisés y aun de los patriarcas, el patrón fue diseñado y establecido -- un sistema por el cual la élite pudiese efectivamente influenciar, controlar, y gobernar sobre los menos agraciados.

Antes del diluvio, en los días de Caín y su descendencia, las técnicas y procedimientos eran desarrollados astutamente. Es una realidad innegable, a pesar de no ser popular el considerar en el mundo supuestamente sofisticado de hoy, que hay definitivamente fuerzas demoniacas directamente involucradas con ciertos seres humanos para producir un esquema que hipnotice a las masas. Toda maldad imaginable ha sido incorporada dentro de este sistema. Continuamente se ha ido construyendo sobre ese fundamento, comenzando por la mentira satánica en el Huerto del Edén, hasta que un verdadero monstruo ha sido creado. Claramente el apóstol Pablo nos exhorta a los creyentes:

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes(Efesios 6:11-12).

El centro del éxito de este malvado esfuerzo a largo plazo fue, convincentemente, la necesidad de establecer ciertas entidades demoníacas como aparentes dioses benéficos. Tal objetivo sólo podía ser alcanzado a través del riesgo calculado del contacto directo con seres humanos dispuestos a servir a esas entidades. Caín e individuos específicos en su linaje resultaron ser los participantes ideales en este experimento de máxima iniquidad. Por un periodo de tiempo en la era antes del diluvio, poderosos seres espirituales interactuaron y eventualmente se apoderaron de la familia de Caín, produciendo los primeros grandes panteones a los dioses, y formando la base para el futuro laberinto de deidades, semi-dioses, mitos, y leyendas que pasarían a dominar todas las civilizaciones humanas a través de las edades.

No se puede menospreciar el impacto de esta actividad pre-diluviana. Este antiguo sistema religioso requirió que se crearan divisiones inconfundibles en la raza humana, a fin de mantener total control – así se estableció la estructura satánica piramidal, creando una jerarquía de autoridad. Los más pérfidos (desleales, réprobos) se iniciaban primero, individuos que vendrían a formar el sacerdocio. Otros fueron instalados en varios escalones dentro de la orden, la mayoría de la población ocupando los niveles inferiores del sistema.

El propósito aparente de esta monstruosidad era engañar al hombre haciéndole creer que podía ser como uno de aquellos dioses. Quienes decidían seguir en ese camino eran iniciados en lo que vino a ser conocido como “los misterios” -- un creciente cuerpo de aparente sabiduría y conocimiento esotérico que tenía que ser aprendido por los iniciados, permitiéndoseles así ser gradualmente elevados a través de los varios grados de maestría.

Al ir evolucionando el sistema, aquellos que consiguieron "la gracia" de los dioses eran avanzados, no solo en términos de la adquisición de doctrinas secretas, sino en posiciones de poder dentro de la sociedad humana. A la larga, cada aspecto de la sociedad antigua estaba bajo control de fuerzas malignas. Las masas eran de valor solo en la medida que fueran capaces de facilitar la prosperidad de los dioses y su agenda. Para mantener el control, a la gente común se le negaba acceso a los misterios. O más claramente, se les mantenía en total ignorancia de la malévola agenda astutamente administrada. Sin embargo, les era permitido subir de sus posiciones humildes en la base de la pirámide de la sociedad, únicamente de acuerdo a su habilidad y disposición de prostituirse para la causa maligna. Pronto, la vasta mayoría del poder estaba en las manos de una minoría selecta, y el resto de la humanidad vino a ser simples peones en un juego, forzados a sobrevivir en una lucha constante y desesperada.

De una manera u otra, este monstruoso sistema diabólico ha sido perpetuado a través de las eras de los tiempos hasta el día de hoy. La mayoría de las parábolas en Mateo 13 hacen referencia a esta malvada aberración, y constituye una advertencia poderosa para los siervos de Dios de que se requiere PACIENCIA PERSEVERANTE mientras la verdad es predicada, COMO TESTIMONIO, a una humanidad engañada y prisionera, y que es necesario para los fieles resistir este sistema maléfico. Claramente, todo no será “color de rosa”. De hecho, gran dificultad, mucha falsedad, extensa corrupción en las iglesias, y una aparente falta de éxito, marcaría el periodo turbulento entre las dos venidas del Mesías, ¡exactamente como vemos que se ha cumplido y se cumple hoy al pie de la letra!

A la conclusión de su discurso el Mesías pregunta a sus discípulos: “¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: SÍ, SEÑOR” (Mateo 13:51).

¡Les propongo que como esta pregunta AÚN PERMANECE, puesto que la misma es para todos los seguidores del Mesías en todos los tiempos, nosotros que vivimos en los albores del siglo XXI, debemos discernir una especial urgencia y prepararnos en anticipación al cumplimiento LITERAL de la promesa del REINO DE DIOS EN LA TIERRA!

Las Escrituras hablan claramente del establecimiento de un GOBIERNO MUNDIAL en los días inmediatos a la segunda venida de nuestro Mesías, y llama a ese gobierno monstruoso una BESTIA, es decir, un sistema cruel, voraz y despiadado. Y el cumplimiento de esta profecía se nos hace bien claro cuando leemos en Eclesiastés 1:9: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol”, principio que es necesario aplicar cuando estudiamos el tema tan favorito de todos -- la profecía.

¿Y cuándo, en el “ayer” de nuestros días, el tal llamado GOBIERNO (ORDEN) MUNDIAL fue una realidad?

Leemos en el Origen (primer libro de la Biblia), llamado así mismo, Génesis:

“Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras… Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es UNO, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer” (Génesis 11:1, 6). (También ver Daniel, capítulo 2, con énfasis versículos 37-44).

¿Y qué concepto ÚNICO, ESPECÍFICO RESUME y ESTABLECE EL FUNDAMENTO eficaz de toda actividad humana en nuestros tiempos?

¿Acaso estamos lo suficientemente ATENTOS, no sólo a las noticias, sino que, con especial atención, al análisis de los expertos y de los “actores” del acontecer noticioso?

Claramente la AGENDA es, en palabras del renombrado banquero internacional, James Paul Warburg (hijo de Paul Warburg, el “padre” del sistema conocido como la “Reserva Federal” [control bancario] de los Estados Unidos), quien, hablando ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado Norteamericano, el 17 de febrero de 1950, dijo: “TENDREMOS UN GOBIERNO MUNDIAL, QUERÁMOSLO O NO. LO DISCUTIBLE SIMPLEMENTE SE LIMITA A SI ELLO SERÁ POR CONSENSO POPULAR O POR CONQUISTA (imposición a la fuerza).”

De modo que, a juzgar por el cumplimiento profético en las noticias actuales (evidente para un "pez" espiritual), amigos, hermanos... ¡el cumplimiento literal de la profecía expuesta por nuestro Señor en su mensaje de LAS PARÁBOLAS está a la vuelta de la esquina! Muy ciertamente, cada uno de nosotros haría bien en contemplar con entusiasta seriedad nuestra respuesta a la pregunta que el Divino Maestro nos plantea: “¿Habéis entendido todas estas cosas?”

Y si me piden un ejemplo de una respuesta positiva, les recomiendo analizar meditativamente el concepto de UNICIDAD que produce la FE DE JESUCRISTO en la vida de los siervos del Misericordioso Padre de las luces, registrado en el capítulo 11 de Hebreos, y de quienes se nos dice, resumidamente:

“Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11: 13-16).

 


Redacción texto en inglés:"ANOTHER PERSPECTIVE ON PARABLES?" por Jim Rector

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